martes, 29 de enero de 2008

EL RINCÓN DEL ARTE:



Pintor: Giorgio de Chirico (Volos, Grecia; 10 de julio de 1888 – Roma; 20 de noviembre de 1978)

Obra: Musas inquietantes.
Óleo sobre tela 1916


Entorno del artista:
Aunque sus padres eran italianos, Giorgio De Chirico nació en Grecia, en la ciudad de Volos. Entre Volos y Atenas transcurrieron sus primeros dieciséis años, edad a la que, tras la muerte del padre, vuelve con su familia a Italia. Precisamente en Atenas nació en 1891 su hermano menor, Andrea, que también llegaría a ser un importante pintor, conocido por el seudónimo de Alberto Savinio. Los De Chirico eran una familia culta; el padre, un ingeniero ferroviario de origen siciliano casado con una noble genovesa, nunca se opuso a la vocación artística de sus hijos, sino que la alentó, como lo haría su viuda a partir de 1905.
Su obra:
Las musas se encuentran recordadas contra el fondo del castillo de Ferrara. El rojo del castillo sobresale sobre el verde del cielo denso. El plano de la plaza esta puesto en perspectiva por simples diagonales en fuga, terminando abruptamente contra el castillo como si fuese una tarima sobreelevada.
A la derecha se encuentra una gran zona de oscuridad creando un recorte geométrico de la imagen. Las sombras proyectadas de los objetos crean superficies oscuras delimitadas por diagonales.
Las musas son de colores claros como los de las estatuas de la antigüedad y reciben el sol plenamente. Sus cuerpos son matronas pero sus cabezas son adminículos de deportes o trozos de maniquíes. Los pliegues de los vestidos son como los acanalados de las columnas con grandes contraste de luz y sombra, los dos cuerpos están enfrentados dando sensación de que están conversando.
En primer plano se encuentran volumen geométricos abstractos, como un ovalo en forma de máscara y dos cubos, completan esta paisaje onírico e inquietante.
Julieta Aguirre

lunes, 28 de enero de 2008

MEDITANDO LA PALABRA



Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».

Hoy notamos a un Jesús tan divino como humano, está agotado del viaje y se deja acoger por esta familia amiga, en Betania. Aprovechará la ocasión para hacernos saber qué es “lo más substancial”.
En la actitud de estas dos hermanas se acostumbra a ver reflejadas dos maneras de vivir la misión cristiana, la vida activa y la vida contemplativa, esto no quiere decir que nos encerremos en un monasterio o convento perdido en algún lugar, o entremos en rutinas flagelantes, si no como sucedió en esa casa de los amigos de Jesús, en los quehaceres diarios se puede y debe tomar un momento, en el que nos pongamos a la escucha de la Palabra de Dios, meditando las Escrituras y rumiando cada versículo que leamos.
María, “sentada a los pies del Señor” y Marta, atareada por muchas cosas y ocupaciones, siempre sirviendo, pero cansada (cf. Lc 10,39-40.42). Dos modelos de vida cristiana que hemos de coordinar e integrar, no podemos vivir a miles de revoluciones por segundo sin parar, sin hacer un alto en nuestro diario andar y dedicarnos a la contemplación del misterio del Verbo Encarnado, como las escrituras lo reflejan, debemos vivir tanto la vida de Marta como la de María. Tenemos que estar atentos a la Palabra del Señor, y alertas, ya que el ruido y el tráfico del día a día , muchas veces “esconde” la presencia de Dios en nuestras vidas, el ruido nos aturde, nos aflige, es imperiosos buscar la paz y el sosiego para meditar y adentrarnos en las paginas de la Biblia. Porque la vida y la fuerza de un cristiano solamente se mantienen firmes y crecen si él permanece unido a la verdadera vid, Cristo, de donde se revela la vida.
La mayoría de nosotros estamos mas en el camino de ser como “Marta”, que ser como “Maria” Pero no tenemos que olvidar que el Señor quiere que seamos cada vez más como la ultima, Jesucristo también nos ha llamado a “escoger la mejor parte” y a no dejar que nadie nos la quite, esto es estar a la escucha permanente de su Palabra.
Por lo tanto es imperioso reencontrarnos a nosotros mismos. Jesucristo nos invita hoy a hacer una opción, escoger “la parte buena” (Lc 10,42).

El enfermo como sujeto evangelizado y evangelizador



En la sociedad en que vivimos unas de las prioridades de las comunidades que conforman la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa en Argentina, es la evangelización.

Pero nos planteamos el como y el donde realizarlas, métodos, lugares, mensajes, etc., y una causa pendiente de la mayoría de las iglesias herederas de la reforma es la evangelización en los ámbitos hospitalarios, en donde el dolor y la salud van unidas de la mano.

Esta situación de sufrimiento del hombre es también una oportunidad y un deber de actividad de nuestras iglesias, en donde refleje la luz del Evangelio en las personas que padecen enfermedades y sus familiares. Por lo tanto debemos organizar correctamente una pastoral hospitalaria adecuada, la formación especializada de los ministros y los grupos que van a realizar las visitas a los centros de salud, para no provocar situaciones incoherentes en un ámbito donde la profesionalización es necesitada constantemente, entre ellas la de los capellanes o los pastores visitadores.

Los pastores que tengan la noble tarea de visitar a los dolientes en los hospitales y a su vez confortar a los familiares, debe ser una persona que tenga las cualidades espirituales, e intelectuales necesarias, sin olvidar los instrumentos “técnicos necesarios” para integrarse en el complejo mundo de la salud.

Es necesario que el pastor esté formado en conocimientos mínimos al menos de la bioética, antropología bíblica, cierto conocimiento en enfermedades y del mundo del acompañamiento del hospitalizado y de sus familia, hoy no podemos enviar a improvisados, que por mas buena voluntad que se tenga, es un riesgo para la obra misionera en los hospitales como para incluso la salud física y psíquica del pastor como así del enfermo o familiar del mismo.

Si sabemos aprovechar bien la oportunidad de llevar el consuelo del Evangelio al sufriente y a su círculo familiar, podremos construir sujetos evangelizados y a la vez evangelizadores, estos desde su situación particular, son lumbreras de fe ante los demás pacientes e incluso las personas que integran el cuerpo hospitalario.

Acompañarlos con una adecuada catequesis sobre el dolor y sufrimiento es una forma de que ellos desde esas situaciones específicas puedan desplegar toda la riqueza del Evangelio presente en sus escenarios de salud enfermedad, siendo un instrumento de ejemplo que perdurara en las personas que entren en contacto con él.

Evangelizar desde el dolor es tan efectivo como la recepción en su mayoría del evangelio por parte del sufriente, ya que ésta persona se aferra a la esperanza que solo Dios Uno y Trino puede otorgar a los hombres, en ese contexto es necesario preparar e impartir una educación bíblica sobre el dolor y la confianza en el Creador y su soberanía, logrando ponernos humildemente en sus manos y conduzca nuestro destino según su voluntada.

No debemos olvidar también el interactuar en lo posible con el personal hospitalario, en sus diferentes oficios, para logar que se conforme un grupo de personas comprometidas con el Evangelio y sean idóneos en sus actividades y a su vez cristianos que sepan transmitir el mensaje de las Escrituras, no permitiendo que filosofías en contra del mensaje central de la Palabra de Dios, afecte los centros de salud, que sabemos que en su mayoría se infectaron con el virus de “ la muerte sistemática” de seres humano , sean nacidos o por nacer.

Es pues nuestro compromiso formar generaciones de pastores y demás miembros de nuestras iglesias, que sepan integrar diferentes disciplinas para una adecuada pastoral de la salud en los centros sanitarios como en domicilios particulares, e inclusive a los que se acercan a nuestras comunidades.

Poner énfasis en la formación académica y práctica concerniente a esta temática, sea mediante cursos, seminarios, simposios e inclusos carreras especificas al mundo de la salud, para así desarrollar una catequética adecuada con buenos elementos para evangelizar en medio del dolor.

Es nuestro anhelo que la misión de Argentina logre formar personal adecuado para tal sublime tarea.

Rev. Lic. José Luis Podestá.

¿Eres tu el que ha de venir o debemos esperar a otro?


El Señor concibe sus primeras manifestaciones y milagros como el Mesías que a de venir, así Juan manda a sus discípulos que le informe sobre las señales que oía de Jesús mientras estaba preso, casi esperando ya el destino fatídico, se interesa en confirmar si ese Jesús de que hablaba la gente era realmente el que debía venir, el Mesías.

Pero para muchos hombres de hoy la palabra Mesías suena un poco extraña e incluso me antevería a decir desconocida.

Pero no siempre fue así, en el transcurso de los siglos, Judíos y Cristianos han debatido, desde los orígenes del movimiento del hombre de Galilea hasta nuestros días, para indagar si el rabino Yeshúa de Nazareth daba cumplimiento o no a la expectativa mesiánica.

La discusión sobre esta figura, se tornó difícil cuanto que, no había una sola concepción del término o figura de lo que era Mesías, sino varias representaciones e incluso formas de esperar la manifestación mesiánica.

Una cosa indiscutible que para el hombre del siglo XXI al menos que pertenezca a la comunidad judía, la noción propia de Mesías, y de mesianismo apenas tiene significado. Los hombres del siglo XXI, en su inmensa mayoría occidentales, ignoran casi lo que estos términos significan, si es que no están por gracia de Dios involucrados en el trabajo de la viña del Señor, en comunidades cristianas de una forma comprometida.

De aquí que cuando se pronuncian las palabras Jesucristo, se admite tal cual el nombre propio, pero sin penetrar su significado, sin embargo, para los oídos palestinos del primer siglo, el término Cristo, es una palabra cuyo significado está herméticamente cerrado para la enorme mayoría de nuestros contemporáneos.

Este término "Cristo" es la trascripción del palabra griega Khristos, que significa "ungido", aquel que ha recibido la unción santa, Khristos procede del verbo Khrio que es "ungir".
El griego Khristos es la traducción del hebreo mashiah, trascrito en griego como Mesías. Mashiah se deriva del verbo hebreo mashah que significa "ungir".

El mashiah es aquel que ha recibido la unción hecha con aceite, los sacerdotes eran "ungidos" (Lev.4, 3.5.16; 6,15). El primer libro de Samuel nos refiere la unción de Saúl y de David, ulteriormente por el Profeta Samuel (1 Sam. 10: "Entonces sacó Samuel una redomita de óleo y derramó sobre la cabeza de Saúl y besóle, diciendo: ¿No es Jehová quien te ha ungido para príncipe de su pueblo? Tú regirás al pueblo de Jehová y lo liberarás de las manos de sus enemigos que lo rodean... "Así que Saúl volvió las espaldas, y se separó de Samuel, múdele a Dios el corazón en otro... Arrebatado de espíritu del Señor se puso a profetizar...")...Se indica por este y otros textos del antigua testamente que la unción ejercida por Samuel en nombre de Dios es un verdadero sacramento: sacramento de consagración real, que provoca la comunicación del espíritu de Dios; sacramento del profetismo.

Se llama "mesianismo" la esperanza, en Israel, de un rey "ungido" que ocupará el trono de David (Is. 11, 1);
"Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces”.

La relación en que Jesús se hallaba con el “nuevo Israel” fue precisada en la Iglesia primitiva mediante el titulo tradicional de "Mesías", el "ungido", que se le imputaba. Para los de habla griega se traducía literalmente como Khristos, esto es Cristo, pero por lo regular no era entendido así, sino que pronto fue tomado sencillamente como un nombre propio. Sin embargo, en los Evangelios tiene plena sustancia el término algo así como en su sentido original, y convendría guardar la voz hebraica como término que recuerde que "Cristo" o "Mesías" no es un nombre propio personal ni tampoco un vocablo teológico, sino indicador de una función histórica que propició en el hijo de Dios encarnado, la salvación de los hombres, de los elegidos de Dios. Juan en la conclusión de su Evangelio, dice que éstas se han escrito para que creáis de que "Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios…" (Jn.20, 31).
Pero Mateo en este relato de la consulta que Juan el bautista manda a sus discípulos que le hagan a Jesús maraca sutilmente la figura mesiánica salvadora de Jesús, cuando el Salvador relata el cumplimiento de los hechos que realizó, para que los discípulos informen de las cosas que vieron a su emisario.


Por lo tanto las dos figuras perfectas del Mesías y de siervo de Dios en la persona histórica de Jesús están encarnadas dramáticamente, en consecuencia, la manifestación de un Mesías, que se manifiesta como el enviado de Dios y salvador era y es estremecedor, imaginemos la reacción del bautista cuando sus discípulos le contaron los hechos, debió ser de gran gozo pero a su vez de gran consternación, porque se había acercado el mismo Dios viviente, en forma de hombre, para ser mas preciso la segunda persona de la Trinidad.

Así pues es bueno que recuperemos el sentido y el conocimiento de los que significa Jesucristo, para la historia y lo que significa para nuestra salvación, así como Juan mandó a sus discípulos a preguntar ¿eres tu el que ha de venir …? Así también preguntémonos nosotros si sabemos realmente quine nos redimió y si es Él el que ha de venir en nuestros corazones, ¿Como los descubriremos? Pues con la lectura asidua de la Palabra de Dios revelada, dejándonos interpelar en cada versículo, para encontrar ese gran gozo del Mesías, que vino y viene.

Rev. José Luis Podestá

domingo, 27 de enero de 2008

Comentario introductorio a Mt. 17: 10-13





Para Mateo, Juan el Bautista es la sinopsis de todos los profetas que predicaron la salvación mediante la conversión. Sobre su imagen se proyectan algunos rasgos de Elías.

El precursor (Juan) es el vocero que indica el comienzo cercano del día del Señor, es decir, del tiempo mesiánico (Ml 3,23 MT 11,14 MT 17,10-13). Carga sobre si como vestidura , una prenda de pelo de camello, propio de los profetas (Za 13,4) y una cincha de cuero, como el Tesbita (2R 1,8) y mediante la predicación del juicio inminente, de las exigencias éticas de la conversión que son aceptadas mediante el rito del bautismo (recordemos que Juan procedía a bautizar con agua como signo de conversión , preparatoria a la venida del Mesías, no obstante sabemos que es Dios el que da la fe y convierte nuestros corazones, Dios es el que escoge, no nosotros) .

El Bautista realiza las esperanzas de la reforma espiritual vinculadas a la figura de Elías reaparecido, de esta manera Juan divulga ya la nueva época, en efecto, hay algunas semejanzas entre él y Jesús, los dos predican la conversión y la llegada del reino de Dios (MT 3,2 MT 4 17), esgrimen la misma imagen del árbol que no da fruto (3,10; 7,19), proyectan similares acusaciones contra los fariseos y los saduceos (3,7; 12,34; 23,33).

Las personas asisten al bautismo de Juan, y siguen a Jesús desde Jerusalén, desde Judea y desde las regiones del Jordán (3,5;' 4,25). Tanto Jesús como Juan son reverenciados por el pueblo como profetas (21,26.45). Por eso Juan establece un puente entre el AT y el NT, entre su obra y la de Jesús, se halla una amplia línea de continuidad. Jesús mismo reconoció el papel único y excepcional del humilde precursor en el proyecto salvífico de Dios (11,11.13).

Valorar la figura de Juan el Bautista, es entender exactamente el ministerio de Jesús como nuestro redentor y Señor, ya que al no comprender la función de “esta voz que clama en el desierto” comienzan las penurias interpretativas en el resto de los Evangelios, situación que provocó mas de una herejía a través de los siglos y de una Cristología errónea que estimulo y sigue causando graves errores de la interpretación de la figura de Jesús el Cristo.

La importancia de una buena interpretación de las Escrituras y del contexto cultural – histórico es fundamental para tener claridad sobre los hechos acaecidos y de la encarnación del Verbo y su misión mesiánica.

Rev. José Luis Podestá

Cuando la Muerte, se transforma en un nuevo camino de vida.




Para el cristiano, la muerte, no solo la mira con la luz de los sentidos y de la razón, sino con la luz indefectible de la fe, la muerte no devasta el ser.

La muerte es una separación del cuerpo y del espíritu por desfallecimiento de aquél. Esta despedida no es para siempre, todos nosotros los cristianos lo tenemos claro, al menos la gran mayoría que no sucede la aniquilación de la persona en cuerpo y alma para siempre, si no que vendrá la resurrección. No es un adiós, sino un hasta pronto, lo problemático del hombre no es que muera, si no que realmente su deceso sea en gracia, de verdad, no es el deterioro del cuerpo temporal si no el estar alejado de la gracia de Dios que nos permitirá estar con Él, por eso decimos vulgarmente que su ser no muere nunca y no se pulveriza con la muerte física
Se considera que la vida del hombre es lineal, pero ascendente, en ella podemos decir que existen dos alumbramientos ambos causante de dolor, el primer alumbramiento es el parto, por este el hombre ve la luz del mundo a partir de la separación del claustro materno es fuerte para la madre y para el hijo e incluso hay un derramamiento de sangre. El segundo nacimiento es cuando se pasa a la luz de la eternidad éste dar a luz es también disociación dolorosa, porque hay dolor en el cuerpo que siente su desanimo progresivo y ese sentido de ida, casi inexplicable en el alma, como desprendiéndose del universo de los sentidos, el que percibe ese síntoma tiene conciencia nítida del desgarro, el dolor de este suceso es más hondo que el del primero, porque quebranta la más íntima radicalidad del ser. De alguna forma podría recordar la separación tremenda de las dos realidades el estar y el partir.
Entonces si la muerte es otro parto, como el grano del trigo que se pudre para hacerse espiga, o el gusano de seda que, luego de hacer su capullo, lo rompe y, alado, se hace mariposa, entonces si vemos que eso sucede en la naturaleza simple, la muerte del hombre no es una pérdida final, sino una ganancia, como dice el Apóstol Pablo, como manifestara Teresa de Jesús ,ese deseo, no de morir como escape, sino como ansia de utilizar la llave y de abrir la puerta de la vida, de morir precisamente para vivir. El desasosiego de morir por no morir florece en sus versos afamados “Y en tal alto Vida espero, que muero porque no muero.” En síntesis el hombre tiene un itinerario, sin hora ni razones, el nacer y el creer dentro del plan misterioso de Dios así consumado definitivamente, la llegada con su alma, al morir el cuerpo, a la eternidad. Por lo la Parusía, que es la exaltación jubilosa, del triunfo final de Cristo, supone la absorción del tiempo por la eternidad, la inmortalidad gloriosa del cuerpo humano y la transformación de la naturaleza en una tierra y en un cielo nuevo. A raíz de nuestra fe, la muerte sabemos que es este paso de lo terrenal a la vida en el Reino de Dios, no es fácil entender o comprender esta temática, menos sobrellevar el dolor de los familiares que sufren la pérdida o de lo que lo rodearon en sus últimas horas, mas si es un hecho que reina en la sorpresa del acontecimiento no esperado, no eludimos ese estado de pavor, separación, angustia infinita, pero si como cristianos tenemos la esperanza de resucitar en Cristo, entonces podemos mirar la muerte no como una angustiante desaparición, una ruptura en el sistema de nuestras vidas, si no como un acercamiento a Dios uno y trino, el encuentro tan anhelado entre la creatura y el Creador, no es fácil o comprensible, pero los misterios insondables de Dios van mas allá de nuestro entendimiento, dejemos este misterio de la muerte apoyada en la fe de la resurrección como nos mandan las Escrituras.

Que Dios nos de siempre las fuerzas para sobrellevar una hecho semejante y la sabiduría para comprender su designio.

Rev. José Luis Podestá

La visión sanante del ministerio pastoral




Dentro de nuestra pastoral es necesario tener en claro que es el hombre, cuando digo hombre me refiero a la humanidad sin distinción de género, más en la visitación a los dolientes en circunstancias hospitalarias, ya que un concepto erróneo puede afectar y malograr toda nuestra actividad.

Un punto indefectiblemente claro para los reformados es el origen del ser humano, este es creatura de Dios, hecho a la imagen y semejanza del Creador, por lo tanto esto hace que cada persona sea maravillosa desde su origen ya que es conforme a la semejanza Divina.


No por esto deja de surgir la pregunta ¿qué es el hombre? ¿Porque somos entonces capaz de hacer grandes cosas y también las más aberrantes? Para comprender esas preguntas y las respuestas a las mismas, tenemos que adentrarnos a las páginas de la Biblia, en la cual conseguiremos la respuesta exacta a cada uno de nuestros interrogantes, en especial el que somos y para que somos.

Es deber del creyente saber que el hombre se condenaba por haberse revelado contra Dios y los sufrimientos suscitado por ese acontecimiento. Es aclaratorio que hoy existen quienes se condenan y quienes son salvos, en contra de la ignominiosa teoría universalista de la salvación, pues hablando desde el punto de vista reformado y de los hijos salvados de Dios, pero esto no quita que nos preocupemos de todos los seres humanos, en especial los enfermos, a quienes por igual y sin discriminación debemos predicarles el Evangelio y así aliviar con la Palabra de Dios sus angustias.

La pastoral hospitalaria demanda una concienzuda preparación en el manejo de las Escrituras y en la formación ética, en especial en la bioética, ya que se necesita una sólida base para hacer frente a las diferentes situaciones a que nos enfrentamos, y sobre todo teniendo en cuenta que cada persona es un “mundo” diferente a otra.

Así la dimensión valorativa del ser humano esta dada por el hecho fundamental de que es creado por Dios, muchos hoy y en especial en el mercadeo del ambiente sanitario es considerado solamente como una fuente de recursos para el centro hospitalario o simplemente estimado por allegados como nada, algo carente de valor mas allá de la utilidad momentánea, visto como una fuente de producción, cuando esa fuente se seca, deja de ser útil, lo vemos eso con las personas de edad , las cuales son depositados como paquetes molestos en asilos, no por no poder encargares de ellos por razones de fuerza mayor, si no como desechos sociales que solo molestan a la vorágine del vivir diario y dejarlos esperar la angustia del final de sus días para ser “fagocitados por la muerte”.

Hecho, que en algunos casos también a algunos pacientes de enfermedades terminales, que son sostenidos para una muerte lenta y latente cada día, sembrando angustias en el doliente de patología extrema y en sus familiares.

Nosotros como cristianos reformados, debemos tener clara nuestra visión de que somos valiosos, de que somos los más opuestos a estas sociedades del “depósitum” de seres humanos, que tenemos la obligación de resaltar el valor de la vida en todos sus estamentos, ser lumbreras de la obra redentora de Cristo.

Recordemos que la reforma trajo resultados extraordinarios a las sociedades en donde se hizo fuerte, y hoy lamentablemente en muchos de esos países en donde la reforma brillo con fuerzas se convirtieron en los principales instigadores de la muerte y del abandono del ser humano.

Retornar a la Biblia es recuperar el sentido humano legítimo de la vida, ese sentido creado por Dios, revelado en cada versículo de las Santas Escrituras, obteniendo las respuesta que atormentaron a tantos pensadores del renacimiento y angustian a los de hoy, evitar así el problema que les surgió y les surge a muchos hoy esa cuestión entre la naturaleza y la gracia, que en realidad son dos patas de una misma mesa, que lamentablemente es descuidada. Es pues nuestra función como pastores recuperar esas dimensiones en el ámbito de la pastoral sanitaria.

No es casualidad que hoy tengamos sociedades descoyuntadas, y en especial sistemas hospitalarios o miembros de ese sistema, inhumanos, o de escasos recursos en los centros de internación que dejan al paciente a la misericordia de Dios, como barca sin timonel esperando la muerte o una recuperación milagrosa. Es ésta situación que nos provoca a los pastores reformados a predicar el Evangelio en todos los ámbitos, en especial el de la salud, a todos sin distinción, ya Dios sabrá quienes lo oirán y harán su voluntada y quienes no. Pero para esta obra se nos exige mucha y cuidadosa formación, no podemos predicar incoherencia o falacias, alejado del mensaje y verdad de la Biblia.

Recomponer en la sociedad y los lugares pertinentes el sistema dado en la Biblia es reformar una sociedad que camina rumbo a la oscuridad de su existencia, sumergida en un determinismo vació, alejada de Dios.

Como presbiterianos debemos recuperar el sentido bíblico en los ámbitos en que nos toque movernos, en especial el hospitalario, que el hombre es alguien a pesar de que muchos están en estado de rebelión, y de quiebre con Dios, pero no por eso dejar de perder la concepción de humanizar la sociedad a la luz de la Palabra de Dios, ver que el hombre está inmerso en una historia particular con sus luces y sombras, no solo un mero húmero caminado rumbo a la nada, recordemos que Cristo murió como sustituto por sus elegidos, y que parte del sufrimiento que tenemos es consecuencia de nuestra naturaleza pecadora, si logramos comprender eso claramente, podremos desarrollar una pastoral de la salud adecuada en los espacios correspondientes, y así llevar la verdad del Evangelio de Cristo.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenderéis aflicciones; pero confiad, yo he vencido al mundo”. ( Jn.16:33)

Rev. José Luis Podestá