lunes, 18 de febrero de 2008

El liberalismo religioso un lobo con piel de cordero.


En este siglo XXI, vemos con amargura el avance cada vez más fuerte y descontrolado del liberalismo en el ámbito de las iglesias, pero lo peor es que ni siquiera hoy es el liberalismo de principio del siglo XX, al menos ese era un liberalismo intelectual, pegado tan a la razón que perdía de vista los principios de la Palabra revelada de Dios.

Hoy con estupor vemos un liberalismo mediocre, plagado de incoherencias dogmáticas y si queremos agregar también factores bufonescos, en donde el milagrero esta a la orden del día, o las visiones o profecías, anunciando vaya a saber que mensaje apocalíptico. Pero lo peor de esto es que está llevado adelante por gente con muy escasa formación en el estudio de la Biblia y la teología.

Lo preocupante es que ahora los enemigos de las Iglesias no están únicamente en el exterior de la misma, sino también en su interior, de forma oculta o no tanto. Lo vemos en diferentes ámbitos como en seminarios Teológicos con profesores modernistas, que quieren adaptarse al “mundo moderno”, con el rechazo de nuestro Señor y la apostasía de los valores de la reforma, claro esta, en forma encubierta algunos con diferentes técnicas de educación, generalmente careciendo de una sólida formación intelectual en el campo de la teología, y bajo excusas de revisionismos históricos teológicos, o de bajar la “fe” al pueblo, o encerrados en conventículos distorsionan el mensaje del Evangelio convirtiéndose en teólogos populistas, dando por sepultada a la fe Bíblica.

Otros ya son de pública fama, aderezando el Evangelios con insondables formas de herejías, en donde se entierra prácticamente la verdad de Cristo.

Hoy podemos observar en el 99% de las iglesias como brotan profetas, visionarios, ungidos, etc., que solo promueven una sola misión, destruir la fe y llenar sus billeteras con la desesperación e ignorancia de la gente.

En esta Cuaresma que nos señala el camino a la pascua, no dejemos ser invadidos por las malas doctrinas, y la falta de seriedad de sus predicadores. Por eso los que pretendemos que Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor, rija no sólo sobre el individuo, sino también las familias, las naciones y sobre la sociedad entera; éste es el tema que nos une especialmente a los que creemos en la infalibilidad de las Escrituras como “Verbum Dei” , sin magisterios obsecuentes alejados de la verdad; porque Jesús como Rey, no tiene enemigo más espantoso, por su perfidia y su influjo, que el liberalismo teológico moderno de este siglo veintiuno.

Rev. José Luis Podestá

lunes, 11 de febrero de 2008

Comentario sobre Mt.25:31-46

Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria.
Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿O sediento, y te dimos de beber?
¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿O desnudo, y te cubrimos?
¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis.
Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles; porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui huésped, y no me recogisteis; desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, tampoco a mí lo hicisteis.
E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna.

La lectura de esta porción del Evangelio según Mateo, introduce como será el juicio final. Estos versículos tiene que ponernos en alerta a los cristianos, y sobre todo a los ministros del Señor, porqué no solo debemos conformarnos con predicar en un pulpito a una congregación atenta y conocida, donde en algunos casos solo recibiremos generalmente palabras de estimulo o comentarios favorables, y así quedamos sujetos a nuestra comodidad de predicadores a una audiencia complaciente sin que nos cuestione demasiado.
Hoy un pastor no puede quedarse encerrado en cuatro paredes como un maestro de escuela enseñando a unos alumnos aplicados y dóciles, debemos poner manos a la obra en llevar el mensaje de Jesús, y sobre todo obrar conforme al regalo de la fe que Dios nos dio, hacer de nuestra fe una plataforma para obrar conforme a las Escrituras, y así en ocasiones que nos demanden realizar las obras de misericordia que nos demanda la Palabra de Dios.
El místico Español Juan de la Cruz, en uno de los escritos apuntaba la siguiente frase “A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar a Dios como Dios quiere ser amado y deja tu propia condición”, esta máxima nos demanda que no miremos para otro lado cuando los hijos de Dios sufren todo tipo de necesidades.
Al terminar el culto es bueno que nos cuestionemos ¿que hacemos mientras otros hermanos nuestros sufren el desamparo, el hambre, el encarcelamiento injusto, la exclusión, la persecución, e incluso la agonía física, sin que alguien les predique o les asista?. Recordemos que Cristo nos eligió para ser su luz, como dice el Evangelio, en el día final separará a los cabritos de las ovejas, y lo que fue preparado antes de todos los tiempos nos otorgará.
Esta es una clara exposición escritural de la predestinación de todos los hombres, algunos para la gloria, otros para la condenación, no obstante al saber que fuimos llamado para estar con Cristo en su Reino, con más razón debemos ser diligente con nuestras obligaciones como hijos del Altísimo, y poner todos nuestros recursos al servicio del Evangelio y extender el mensaje de salvación apoyando las obras misioneras y de las comunidades que predican la sana doctrina, como así las obras de caridad de estas.
Debemos pues ser exigentes en nuestras iglesias con la caridad cristiana, como lo demanda Dios, el socorrer al careciente en las diferentes necesidades, sean físicas, materiales, espirituales, etc., es socorrer al mismo Cristo, el prójimo, es nuestro próximo y más si es de la misma fe que practicamos; recordemos que Jesús nos pedirá cuenta de nuestra negligencia. Tengamos presente siempre las palabras de Jesucristo “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis.” (Mt 25:40)”.
No perdamos de vista que Jesucristo ha de venir, para juzgar a vivos y muertos, para suministrar a cada uno según sus obras, según el don y la fe que se les regalo, al que mucho se le dio, mucho se le exigirá, a los réprobos que son los predestinados al infierno con el diablo al castigo eterno, y a los llamados, los justificados por la sangre del Hijo de Dios, irán con el mismo Cristo a la gloria eterna.
Que el Señor nos encuentre con las manos llenas trabajando en su viña, asistiendo a los hermanos en la caridad como si fueran el mismo Cristo.
En este tiempo de cuaresma tiene que servirnos para emprender las obras de fe que Cristo nos pide, nos exige a cada uno de nosotros, ministros y congregantes, a todos nos dio dones, pongámoslo al servicio de nuestros hermanos, para escuchar en el día del juicio final, “Vengan Benditos de mi Padre”.
Rev. José Luis Podestá

sábado, 9 de febrero de 2008

Cuaresma Tiempo de Reflexión


Comienza el tiempo de cuaresma, son estos cuarenta días que preceden a la Pascua, es un buen periodo para reflexionar sobre nuestra relación con Dios. Cada jornada que transcurrimos tiene que servirnos para unirnos más a la voluntad de Dios y acercarnos a su misterio, ¿como? Pues estudiando diligentemente las Escrituras, allí encontraremos los nutrientes que alimentaran nuestra vida de fe, es la tarea en este tiempo, y así mejorar cada día la relación con el Creador, es buscar esas “manchas” que tenemos para “limpiarlas” con el estudio asiduo de la Palabra de Dios.

Sabemos que somos sus hijos y que la misericordia de Él brilla sobre nosotros, pero también su justicia, es pues loable estar atentos y presto a ejercer su voluntada, siempre debemos trabajar para mejorar la relación de “conversión” hacia Él, diremos en nuestro interior y a otros que ya estamos convertidos, pero me quiero referir a esa conversión diaria, a ese espacio que nos proponemos, con su gracia, de mejorar, de lograr hacernos uno con Él. Es propicio este lapso de tiempo meditar en los errores cotidianos, en la falta de fe en momentos que fuimos probados como oro en el fuego, para esto debemos conseguir visualizar lo que fue el misterio de la encarnación cuando muchos festejamos la natividad del Señor, así hoy caminamos rumbo a otro acontecimiento trascendente como es la pasión de Jesucristo, su muerte y resurrección, punto central de la fe de todo Cristiano, es ver a ese Cristo humillado, torturado y asesinado, resucitar con gran esplendor y Gloria.

Comprender parte de éste misterio de amor del Padre, que otorgó a su único Hijos para redimir a los hombres del pecado, tiene que llamarnos a reflexión, sobre actitudes, gestos, hacia los demás y sobre todo el compromiso al cual fuimos llamados por la misma majestad Divina, el ser sal y luz del mundo, el ser heraldos del Evangelio, no solo en pulpitos, si no también en la vida diaria.

Este ciclo cuaresmal se presta para adquirir la fuerza necesaria para ser testigos del resucitado, limpiar los rincones de nuestro corazón en donde todavía se vislumbra elementos que nos provocan duda y conflictos, sobre todo el desanimo cuando tenemos que dar testimonio de Cristo y vemos que los frutos parecen no desarrollarse como lo esperamos, no es fácil, pero con la gracia de Dios todo se puede y recordando que somos meros obreros, Dios es el que hace crecer y da los frutos según su soberanía.

Tenemos que saber que vivimos en un mundo secularizado en todos sus estamentos y de gran confusión religiosa, muchos en este tiempo de cuaresma solo lo tienen como forma de variar su dieta alimenticia o mostrar cierta piedad exterior para ser vistos como personas religiosas, pero nada más lejos están del verdadero proceso y sentido de la cuaresma.

Ésta etapa para los reformados, es un camino preparatorio a la gran fiesta de la Resurrección de Jesús, quien derrotó a la muerte y nos conduce a su Reino, no es necesario entonces realizar “circos visuales” para expresar nuestro camino a la denominada Semana Santa y al domingo de Pascua, solo y la mejor forma es un estudio de la Biblia, en especial del Nuevo Testamento y comprender que Cristo vino por nosotros y no podemos sin su gracia hacer nada. Por eso evitemos misticismos extremos que solo son medios faranduleros de un cristianismo light apresado por el ritualismo vacío; que solo duran un tiempo corto y se regresa al mismo lodo de pecado sin ningún beneficio.

Hagamos planes en este comienzo del tiempo de Cuaresma de allegarnos más al Señor.

Sigamos la recomendación que Pablo nos da en 2 Cor. 5: 20-21,6:1 “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.”

Que este tiempo que nos conduce a la Pascua de resurrección, de nuestro Salvador y único mediador entre Dios y los hombres, sea propicio para sumergirnos en una relación más sincera con Él y dar testimonio fehaciente de la misma al mundo.

Rev. José Luis Podestá