lunes, 27 de octubre de 2008

Renovar la llama de la reforma.


El 31 de octubre, se conmemora el día de la reforma.
Es una fecha que despierta gran diversidad de sentimientos, algunos a favor otros en contra, pero lo importante para nosotros es no dejar que pase sin pena ni gloria en nuestras comunidades reformadas.
Porque olvidar el pasado es lapidar el presente y destruir el futuro de la iglesia heredera de la reforma.
Es interesante que podamos recuperar hoy los sentimientos, salvando particularidades, que avivaron las ganas de un retorno al Evangelio, a deshacerse de poderes que influyeron negativamente en el desarrollo de una iglesia fiel a la Palabra de Dios.
No somos ajenos a las circunstancias de crisis sociales que hoy abundan en nuestros países, tanto desarrollados como menos industrializados, pero en todos los lugares se ve la miseria del hombre, algunas desdichas materiales, políticas, pero la más importante es la miseria espiritual que invade al mundo en el siglo XXI.
El hombre se fue destruyendo a medida que pasa el siglo, el consumismo sin sentido va haciendo mella en todo el ser y en el entorno del ser humano, nunca es suficiente para calmar la sed, el apetito de un consumo vano que el mundo de hoy les ofrece, nunca es satisfecho con lo que posee por más que sea el hombre más rico del mundo, siempre algo más quiere.
Eso es consecuencia de nuestra naturaleza pecadora y que jamás nos contentamos con lo que Dios nos da, pues en el ámbito de la iglesia sucede lo mismo, nunca nos contentamos con lo que dice la infalible Palabra de Dios y terminamos poniendo en el tapete de la historia los pensamientos de los hombres, y distorsionando a nuestro antojo la verdad revelada.
Pues, eso fue un puntal de la reforma, el recuperar la verdad absoluta de Dios dada en la Biblia, del Génesis hasta el Apocalipsis, ante una iglesia que no se contentó con la revelación de las Escrituras si no que fue agregando doctrinas, tras doctrinas, al paso de los siglos para conformar los apetitos de los clérigos y de los laicos influyentes, para así adaptar una religión a su medida, e incluso viciada de nulidad espiritual.
Martín Lutero, si bien no fue el primero, ni el ultimo que encabezó esfuerzos reformistas dentro de la Iglesia Católica, si fue el que dio un cimbronazo más fuerte que sus antecesores, para iniciar un cambio que provocara el retorno al Evangelio, lograr que la Biblia llegara al hombre común, y pueda ser leída sin miedo ni condenas por parte de la iglesia oficial.
Claro que no todo el mundo que concurría a la iglesia sabia leer, pero fue una base para las generaciones futuras, la reforma permitió el ir paulatinamente desprendiéndose del poder del estado o de la iglesia estado, en donde la vida o la muerte dependía de un puñado de hombres, y lo que afectaba a la iglesia generalmente era castigado con el poder civil, mezclando asuntos temporales o terrenales con los celestiales, muchas veces el abuso se encendió en todos los rincones, dio pie a la inquisición que produjo gran cantidad de victimas inocentes, muchas de ellas, por defender que la Palabra de Dios escrita llegara a las manos de los hombres, esos mártires de la fe, no debemos olvidarlos, en este 31 de Octubre, porque gracias a la sangre y el sacrificio de ellos hoy podemos gozar de la libertad de conciencia religiosa, de la traducción de la Biblia a Nuestra lengua, y sobre todo de iglesias fieles al Evangelio.
Recordar esta reforma, es recordar nuestro compromiso en seguir extendiendo la Palabra de Dios, su verdad, para todos los hombres.
Hoy más que nunca debemos mover los cimientos de estas sociedades que se apartan de la verdad de Dios, y provoca genocidios encubiertos bajo apariencia de “lo legal” como el aborto, la persecución solapada por motivos religiosos, el sometimiento a la marginación de personas que no comparte las ideas religiosas con la iglesia del poder, etc.
Es el momento que la historia nos reclama, el volver a las fuentes, a la Biblia, a la visión que tuvieron los reformadores, tanto como Valdo, Lutero, Calvino, Vermigli, Knox, Bucer, Cipriano de Valera, Casidoro de Reina, Savonarola con sus particularidades, lo mismo Giordano Bruno, Machen, entre tantos miles de hombres y mujeres que dieron su vida por la fe, por recuperar la verdad inalterable del Evangelio de Cristo a los hombres.
Es digno que recordemos esta fecha tan trascendente, pero también nos tiene que mover a ponernos en acción, a establecer misiones, apoyar obras, a sostener pastores y misioneros para que lleven la verdad a los hombres, a construir obras de misericordia, sanitarias, templos, etc. todo para que nuevamente la ilusión que sembraron los reformadores no se apague en el candelero de la Historia, si no que permanezca ardiendo en nuestros corazones, que nuestras vidas se gaste en pro de la verdad, la justicia, en la Palabra de Dios , puntal y cimiento de nuestra raíz.
Que Dios nos de la fuerza de se fieles a la misión que se nos encomendó, ser testigos y heraldos del Evangelio.

Rev. José Luis Podestá