jueves, 18 de diciembre de 2008

Romper tabúes, en la enfermedad Terminal.


En la sociedad occidental actual encontramos diferentes tabúes, hoy en día el sexo como objeto prohibitivo en ciertas sociedades y el no hablarlo dio paso a una libertada o mejor dicho libertinaje que no conoce limites todavía. Ésta ruptura de ese espacio opresivo se derivó a otro que casi no se toca, no se quiere hablar ni sentir, que son las enfermedades terminales, aquellas que indefectiblemente llevan al deceso de la persona, en muchas ocasiones con grandes traumas y sufrimientos.
Como agentes portadores del Evangelio en un ámbito donde el dolor y el sufrimiento es cotidiano, sea en la pastoral hospitalaria e incluso en las iglesias donde se reciben personas con problemas serios de salud y donde la desesperación les invade; es necesario aportar un estilo de acompañamiento basado en la Biblia, que permita ver el sufrimiento no como un castigo o que la enfermedad que porta será algo tan innombrable que no pueda ser asistido espiritualmente y acompañado en esa hoja de ruta que lo lleva a la casa del Padre Eterno.
Como diría Shakespeare en su obra Hamlet “Desde el momento en que nacemos comenzamos a morir”, parece una ironía pero la verdad que a partir de los veinticinco años cada día se mueren cien mil células cerebrales que no se reemplazan jamás, y si a ésta situación en un estado de normalidad se agrega drogas, alcohol, u otros abusos, el número seguramente aumentará.
Con esto quiero decir que la muerte es parte inexorable de nuestra existencia, y no menos profundo el sentimiento cuando alguien sufre de una enfermedad terminal que la recuperación casi no es factible, allí viene todo un proceso en que el acompañante pastoral y la familia deben trabajar en conjunto para lograr que el enfermo se estabilice lo más posible en lo emocional y espiritual, con la debida atención medica de la enfermedad, es importante que todos , familia, agentes de salud, médicos, enfermeros y pastores, trabajen en conjunto, romper el tabú del mal que aqueja, porque uno de los elementos que muchos conocidos o familiares hacen es ocultar la enfermedad, utilizando frases como “ ese mal” , “la peste” , “esa porquería”, “esa cosa mala”, etc. restando el nombre por miedo o ignorancia, con esos términos solo logramos que el padeciente se sienta más despreciado, como marginado, como un parasito sin sanación, como que posee algo innombrable que lo perjudica a él y a los demás, como un bicho , una cosa rara. Lamentablemente lo vemos a diarios, el tabú por las enfermedades incurables muchas veces provoca un estado de angustia peor que lo que padecería el enfermo si se lograra un acompañamiento adecuado.
No menos preocupantes es cuando jugamos a ser Dios, o a infligir las leyes de Dios, tomando la determinación de la vida en nuestras manos, propagando la eutanasia o el aborto, cuantas veces vemos que gente desea quietarse la vida por la enfermedad que sufre, y dando así la ruptura de la relación con Dios, sobre la vida y la muerte, hay que ser cautos, no propiciar esas situaciones que terminamos siendo cómplices de un suicidio o un homicidio en algunos casos.
Todas las enfermedades terminales son dolorosas y angustiantes, pero si tomamos la debida consciencia de llamarlas por su nombre, de aceptar la enfermedad y luchar lo más posible para vivir lo mejor que se pueda hasta el ultimo instante, lograremos mejorar nuestra situación de sufrimiento, aplacándolo tal vez un poco más y sobre todo con un buen acompañamiento espiritual con los ojos puestos en Dios, el Señor de la vida, quien nos espera al final de este camino, Él es nuestro Principio y final, Él es nuestro dueño , no nosotros ni nuestros familiares, ni nadie sobre la tierra.
Tomar consciencia de la enfermedad, tanto padecientes como familiares, hace bien para programar un plan sólido que dirija los últimos pasos a la casa del Padre, pastores bien formados en este tema que permitan sostener y contener al sufriente y a los seres queridos, para así lograr el alivio que solo la Palabra de Dios puede otorgar.
Romper el tabú, es romper nuestra oscuridad y limitación, así poder palear el sufrimiento; sabiendo siempre que el final de la vida terrena no es el final absoluto de nuestra existencia, si no el tránsito a la vida eterna.

Rev. José Luis Podestá

jueves, 11 de diciembre de 2008

Repensar la natividad


En ésta conmemoración del nacimiento de Jesús, en carne humana, nos trae el grandioso recuerdo de que también nosotros somos hijos de Dios, algo tan misterioso como tan sublime, un gran don, un gran regalo impagable.
El poder pronunciar simplemente Abba, Padre, tan simple y tan inmensurable es esta palabra para nosotros, para el destino final. Pero no menos increíble es la encarnación y nacimiento del Hijo de Dios, que vino para nuestra salvación, para una redención segura a nuestra naturaleza pecadora, caída, por la desobediencia de los primeros padres. Adán y Eva.
Dios hecho hombre, no quiso venir con grandes señales rimbombantes manifestaciones, fiestas alocadas y comilonas casi desfallecientes, si no que simplemente vino en la naturaleza y fragilidad de un niño, un bebe sometido a duras condiciones, como preludiando el destino terrenal que terminaría en la cruz para nuestra salvación, un sufrimiento y agonía que el hombre hubiera merecido, pero el opto cargar ese suplicio.
No vino en una familia real, si bien era Él rey del universo, no en la opulencia si no en la pobreza, siendo el dueño de todo lo existente en el orbe, el vino siendo pobre, para manifestar la gracia de Dios, que solo los humildes de corazón pueden comprender lo valioso de las cosas cuando no se tienen, en este caso el no tener el perdón o la salvación que solo Dios lo otorgaría por medio de Cristo.
No nació en palacio ni en una casa de clase media, si no, en una gruta rodeado de animales, y carencias, además de las limitaciones propias de la época.
Así el más rico del mundo, nació y murió en la pobreza, vio la luz terrenal en una gruta y cerro sus ojos en una cruz colgando desnudo a las voces vituperantes de lo que allí gozaban el espectáculo.
En esta navidad recordamos a ese niño que se hizo hombre y por su sangre nos redimió, es necesario pues, valorar el misterio inescrutable de la natividad de nuestro Señor Jesús, que se ofreció como pan para ser molido por la humanidad para así ser nuestro alimento perpetuo, ese cuerpo que se partió en la cruz por nosotros, hoy es partido espiritualmente en nuestra santa cena, el pan simbolizando su cuerpo y el vino su sangre, también somos consiente que gracias al nacimiento pobre en un pesebre, rodeado del esplendor de la humildad, logro para nosotros la salvación eterna, es digno recordad que hoy en una sociedad sin Dios, donde los niños se masacran en el aborto, los ancianos son sometidos al olvido en geriátricos, los enfermos son olvidados en camas de hospital, que muchas veces no tienen ni los mínimos recursos para atenderlos, o los diferentes sistemas de abusos sociales que vemos día a día, hoy nos acercamos a una fecha que para los cristianos es importante, porque “un niño nos ha nacido” ese infante que nos lleva a la cruz día a día, pero sin cruz sabemos que no hay redención, a través de esa cruz debemos estar atentos ante los desafíos de la sociedad que nos perpetúan como comunidad de fe, como responsables de hacer brillar la luz que un día nación en Belén, ser como niños para actuar como hombres y mujeres de fe en sociedades desgarradas, porqué sin nacimiento no hay cruz, sin cruz no hay redención, por eso no será fácil cambiar mentalidades, señalar errores sociales, pastorales, etc., pero debemos poner los ojos en ese niño que fue visitado por pastores, los marginales de Israel, por magos de orientes llevándoles los tesoros dignos de un rey, entonces tenemos que tener muy en claro que somos servidores del Rey de Reyes, Señor de Señores, no ser irresponsables con el sufrimiento ajeno, con el abuso a nuestros prójimo y menos ser indoctos con la predicación de la Palabra de Dios.
Que en esta Navidad que se acerca, sea un nuevo alumbramiento en nuestros corazones, para que podamos llevar la reforma a todos los rincones de la tierra, que no falten recursos ni medios para logar el objetivo, vale la pena todo sacrificio por el Reino, por quien nos redimió de nuestros pecados y nos conduce a vida eterna.
Así poder con gozo exultante decir “Un niño nos ha nacido”.
Feliz natividad del Señor a todos.
Rev. José Luis Podestá

El respeto por la vida.



En este comienzo del siglo XXI, parece que el respeto por la vida humana, se ha perdido, no es extraño ya escuchar que se promulgan leyes que permiten la eutanasia o el aborto, bajos ciertas razones que en realidad no lo son y quedan como excusas que no tienen sentido.
No es menos grave ver como en el campo de la medicina, muchos transforman la profesión del servir para sanar, en un negocio en vez de un servicio, hoy encontramos “profesionales de la medicina”, no todos, gracias a Dios es una minoría, pero existe, que no tienen escrúpulos y solo retumban con frases muy “trilladas” para justificar su impericia o la falta de interés por el enfermo, como la clásica “ esta viejo” “ y es hora que le suceda” , etc. Cuando es esto una forma de negligencia que atenta contra la vida y sobre todo contra el creador de la vida, que es el mismo Dios, cuando vemos esto no dejamos de cuestionario si realmente estas personas cumplen con su juramento hipocrático, o solo con un juramento de engordar en su negocio medico.
Es bueno recordar que ninguno de nosotros somos dueño de la vida, ni nadie tiene derechos a quitarla de ninguna forma, solo Dios es el señor de la existencia, Él nos creo y Él decide cuando llevarnos a su presencia, mientras tanto todos nosotros tenemos la obligación de defender la existencia de un ser, que es obra del Altísimo, no de nosotros.
En el ambiente hospitalario y en el trabajo pastoral, he podido observar muchas veces como algunos profesionales no se ocupan diligentemente por sus pacientes, si bien, más que como pacientes tendrían que verlos como su prójimo, como también observe médicos que dan su vida y sus horas más preciadas, restando tiempo a sus familias, sus estudios, su recreación, para estar al lado del enfermo y hacer lo imposible para lograr la curación, sin importar la edad, color, o credo del mismo.
Por eso es necesario que como cristianos reformados, luchemos contra las leyes que abren el negociado de la salud, transformando la vida humana en una moneda de intercambio y no en lo que es una criatura de Dios.
No podemos permitir que los centros de salud sean mercaderes de despojos humanos al son del ruido de los billetes, si no debemos con nuestra presencia, evangelizar a tiempo y destiempo, para que se entre en consciencia que las obras de salud se realicen en el prójimo, que es imagen de Dios, es imperioso como tal que todos los centros de salud cuenten con comité de bioética u órganos consultores sobre el tema de la vida, y para eso nosotros como ministros debemos estar atento para tender la mano cuando nos necesiten.
Así que no permitamos que se desarrolle el negocio de la salud a costa de la vida de los seres, y que la mejor ganancia sea la atención delicada de nuestros hermanos enfermos.

Roguemos a Dios que así sea y estar atento a esta lucha que es larga, y contra muchos intereses económicos, pero recordemos que luchamos para preservar la creación de Dios y sobre todo al ser humano, imagen del Dios viviente.

Rev. José Luis Podestá.

martes, 2 de diciembre de 2008

El dulce perfume.



El titulo puede parecer un poco extraño, pero la verdad es esa.

Cuando alguien entabla un noviazgo, siempre le parece vivir envuelto en un dulce perfume, en una flor eterna que nunca se apagara ni perderá el aroma.

Pero somos conscientes que muchas veces los noviazgos son pantallas que ocultan verdaderos rostros y al contraer matrimonio después surgen los inconvenientes que en muchos casos terminan con secuelas duras en la vida.

Por eso, las etapas del noviazgo hay que vivirlas bien, no quemarlas como sucede hoy en día en donde los medios de comunicación influyen negativamente, dando la mentalidad de lo fácil y lo “ya”, terminan por afear el perfume que es un noviazgo bien llevado, los jóvenes y no tan jóvenes que están en etapas de noviazgos, tiene que tener consciencia para que están en una relación, o cuales son los motivos que le llama la necesidad de estar con esa persona, porqué así comienza una etapa de conocimiento mutuo en donde se van preparando para lograra una coexistencia mejor, el conocerse uno al otro, el comprenderse, el compartir, el vivir cosas juntos, todo eso es de utilidad para el conocimiento, para labrar la tierra del amor que los involucra como semillas que darán sus frutos en el futuro.

Pero, cuando a esos tiempos se queman las etapas del conocimiento, no siempre es bueno, casi nunca, porque se acelera de tal forma que la relación comienza a no dar frutos, a quemarse antes de tiempo y a trastornar los deseos y las ilusiones que en un momento soñaron.

Lo importante sobre todo es tener un noviazgo maduro, sin ocultamientos ni dobleces, ser sinceros en extremo, por más doloroso que en algunos momentos sea la verdad que se le diga al otro, siempre es mejor que cualquier mentira “piadosa” como siempre se dice, pues la verdad yo no conozco ninguna mentira que sea piadosa, al contrario la mentira ofende y daña, la mentira es contraria a Dios, por lo tanto no puede ser algo piadoso.

Pero algo que hay que tener en claro, si somos cristianos, que el noviazgo no puede ser de dos, si no de tres, aunque parezca raro, si es de tres, porque el hombre y la mujere que comienzan una relación no están solos, si no esta Dios con ellos, por lo tanto una noviazgo que se aprecie de Cristiano, tiene que estar Dios presente , no ausente, porque con la presencia de Él , es una interrelación respetable y del amado con la amada, y con el creador del amor, pero cuando se esta asunte la presencia de Dios, se esta ausente también la falta de parámetros para construir el noviazgo, sobre todo construirlo sobre la roca del amor, que es nada más ni nada menos que Cristo que nos amó hasta entregarse.

Por lo tanto los enamorados deben tener consciencia que serán constructores de familias, en una sociedad donde la familia es fragmentada a cada instante, donde los modelos que se presentan de familia no son los más acertados según la voluntad de Dios, hoy vemos diferentes conceptos de familia, que son lejos de los modelos bíblicos, de lo que debe ser y también vemos noviazgos muy alejados según las Escrituras.
Por eso es necesario que hoy la relación entre un hombre y una mujer, tal cual lo manifiesta la Biblia, tiene que estar basada en una triple correspondencia, hombre, mujer y Dios, así podrá brotar en esa relación el suave perfume del noviazgo, que es como una rosa en su plenitud, esa flor que despide perfume que embriaga dulcemente nuestra existencia; la cual se hace más llevadera, un yo y tu, que pasa a ser un nosotros. Eso es la relación, sin perder claro está, nuestras propias características, ni nuestras metas personales, pero siempre con una mirada al otro y en un diálogo sincero, pues no perdamos entonces el aroma que nos endulza la vida, no perdamos de vista a Dios en nuestras relaciones, y entonces si brotará el dulce perfume.

Rev. José Luis Podestá

lunes, 1 de diciembre de 2008

Preparar el camino - Comentario a (1 Ts. 5: 23-28). .


Con la celebración del culto del domingo en donde abrimos el comienzo de la celebración del tiempo de Adviento proclamamos el Evangelio, también leímos las Epístolas y cantamos los Salmos, así hemos ensalzado nuestro corazón hacia Dios, colocándonos en la actitud espiritual que caracteriza este tiempo; la iglesia usa para mejorar nuestras actitudes y rever nuestras acciones de vida cotidiana en pos de la Navidad, con una actitud de permanente “vigilancia en la oración” y “gozo en la adoración”, con estas acciones debemos aprender a vivir oyendo piadosamente la palabra de Dios, en especial hoy meditemos sobre esta breve lectura bíblica de 1 de tesalonicenses ;Se trata de los versículos que se hallan al final de la primera carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses (1 Ts. 5: 23-28). El primer versículo enuncia la pretensión del Apóstol para la comunidad de creyentes de Tesalónica; el segundo brinda una expresión de garantía de su cumplimiento. El deseo del Apóstol de los gentiles es que cada uno sea santificado por Dios y se conserve irreprochable en toda su persona , “espíritu, alma y cuerpo”, hasta la venida final del Señor Jesús , manifestando una fuerte garantía de que esto va a acontecer porque no la ofrece hombre alguno si no que la ofrece la fidelidad soberana de Dios mismo, que consumará la obra redentora en los electos que son fieles, la comunidad de creyentes que se reúne en torno a Él para escuchar su palabra y vivir fielmente los sacramentos.
Esta carta a los Tesalonicenses es la primera de todas las cartas de Pablo, en ella, aún más que en las restantes de su autoría, se siente el corazón ardoroso del Apóstol, su amor como mensajero del Dios altísimo hacia su nueva comunidad que frágilmente va creciendo y con las problemáticas y dudas de todo nuevo nacimiento, en ella expresa su gran preocupación de que no se contamine la fe de esta Iglesia naciente, que está envuelta en un contexto cultural contradictorio a la fe en muchos aspectos. Así, el Apóstol sella su carta con un deseo, expresado en la oración conclusiva de que sean santos e irreprensibles en el instante de la venida del Señor. La palabra central de esta oración es venida, esto significa parusía, y en el latín adventus, que es adviento, venida. Para entender el significado de este termino y por ende la oración final en esta carta de Pablo para esta comunidad y por todas las comunidades de todos los tiempos posteriores, también por nosotros hoy, esta vuelta del Señor es única pero sin embargo, no sólo existe la venida final para el juicio, en el final de los tiempos. En cierto modo, el Señor desea venir siempre a través de nuestra constante memoria y fidelidad, y Él llama a la puerta de nuestro corazón siempre y estás dispuesto a estar cono nosotros hasta que vuelva en el final.

Esto es lo que queremos aprender a estar atento y en escucha de su Palabra en este tiempo preparatorio de la Natividad, que es una forma de “limpiar” nuestros corazones, así recibir la conmemoración del nacimiento de nuestro Salvador en carne humana, y gozarnos en esa fecha del gran don de Dios de entregarnos a su Hijo único, para nuestra redención.

Así pues preparemos el camino que nos lleva a la gruta de Belén, que hoy es nuestro corazón, así recibir con alegría y gran gozo la venida espiritual del Señor, y decir con gozo “un niño nos ha nacido”.

Rev. José Luis Podestá

La depresión enfermedad del siglo XXI


La depresión es un estado cuyas particularidades son el decaimiento, la anomalía de una profunda tristeza que conlleva a una infelicidad constante de todo lo que poseemos o hacemos, nada nos llena, nada nos conforma, esto a su vez provoca las inhibición de funciones psíquicas y alterando muchas veces lo físico, provocando enfermedades que son de curiosa propagación que en algunos casos pueden cuasar complicaciones severas. El origen del término proviene del latín depressus, que significa abatido, vencido, lo que engloba en sus rasgos el estado propio en que se encuentra una persona con síntomas depresivos, esa sensación de derrota ante circunstancias adversas, sea por algún fracaso en la vida o la desaparición física de un ser querido, o algunas características o situaciones que le afectaron en años pasados y por represión u ocultamiento provocan el estallido de lo reprimido provocando la depresión.
Hoy en día con la inmensidad de presiones que sufrimos todos los días en una sociedad que se desgrana al paso de la años, es indefectible que se reconozca como una enfermedad pandémica, gracias a Dios es tratable y si sumamos al tratamiento convencional y sobre todo un tratamiento pastoral adecuado a la persona que sufre la enfermedad, con un buen gabinete de consejeros o un pastor preparado a tal efecto, es recuperable generalmente en tiempos cortos, no es fácil, cada persona es distinta y sus tiempos también, pero con la ayuda adecuada es reversible en buen termino.
No olvidemos que esta situación emocional es una enfermedad que afecta a un gran número de personas debido a la atareada y extenuante vida que hoy en día llevamos, la depresión, es la enfermedad número uno en este siglo veintiuno, sabemos nosotros que una de las causa es la falta de Dios, el no estar en su gracia y conocimiento, eso provoca que el ser humano se afane por lograr cosas que en muchos momentos son inalcanzable y a razón de eso se cae en angustia en un mundo depredador y de alto consumismo sin sentido, luego las que son provocadas por la muerte de los seres queridos, allí la falta de confianza en Dios, y en su promesa, provoca también el vacío que corroe nuestro corazón con incertidumbre, por eso es necesario que el consejero pastoral realice a la par de un acompañamiento espiritual adecuado, una catequesis de profundización en la fe Cristiana para que el individuo que solicita nuestra ayuda, comience a obtener intimidad con el Creador y depositar solo la fe y la seguridad en Dios y no en ser alguno.
Es sabido que dentro del ámbito de los trastornos psicológicos que este mundo descarrilado provoca, son escasas las personas que no alcanzan a sentir en algún momento determinado de su vida algún tipo de depresión o trastorno similar, es que la depresión, puede abordar en diferentes grados, puede atacarnos de manera intrascendente o grave, incluso, la depresión puede ser temporal o permanente según el problema o los problemas de fondo.
Por lo usual, los individuos que padecen depresión, señalan como síntomas comunes que se sienten afligidos, infelices, decaídos, fatigados, sin fuerza ni animo para hacer cosas, como para realizar cualquier tipo de trabajo o actividad. Algo que es agravante es cuando se pierde del deseo de salir de su hogar, incluso numerosas personas que soportan esta enfermedad buscan el estar continuamente acostados o durmiendo, cosa que en la mayoría de los casos el sueño no es complaciente con ellos, todo lo contrario el stress típico de la enfermedad les estorba el descansar correctamente; encerrándose en su mundo mágico para vivir una realidad acotada, que no les cuestione su situación, por supuesto que esto termina siendo grave y el progresivo aumento de los trastornos que influirán duramente en la vida.
Existen muchos tipos de depresión y cada una tiene sus complejidades, desde la depresión post parto, hasta las perdidas de un familiar, la ruptura de una matrimonio o noviazgo, las depresiones laborales por falta del trabajo o exceso del mismo, por circunstancia culturales en donde la persona no se allá en el lugar en que vive , etc. son miles y hay tantas circunstancias que provocan depresión como tantas personas existen en el mundo, en especial siempre se dan en personas que no ponen la confianza en Dios, ya que siempre por nuestra cuenta queremos lograr cosas, sin confrontarlo realmente con el Creador, si es conveniente o no, y lo mismo es con la confianza de saber si es lo que Dios desea es lo mismo que yo quiero, por eso el pastor consejero en estos temas debe ser cauto, lograr que el individuo logre primeramente recomponer ese dialogo entre el “vos y yo” entre criatura y Creador, eso se ira realizando mientras se le va dando los elementos para que se recupere del trastorno que padece, y si fuera necesario también pedir la colaboración de un profesional en determinados campos de la medicina, porque hay depresiones que provocan graves situaciones físicas y es necesario un doble acompañamiento.
Roguemos a Dios para que siempre logremos los cristianos reformados en ser luz y sal de la vida y ser buenos acompañante de la persona que nos necesitan, en este mundo que es un gran dragón que esparce fuego quemando a los mas débiles, y sobre todo a las personas que no conocen la maravilla de Dios.
Rev. José Luis Podestá

Elaborar el duelo a los pies de Cristo.



Parece un poco extraño cuando decimos elaborar el duelo a los pies de Cristo, si bien no tendría que ser así para los cristianos reformados, ya que toda nuestra confianza está puesta en Dios y en su soberanía, que nada sucede en el mundo sin que Él lo determine.
Y no menos extraño es cuando hablamos de la muerte de un ser querido, donde un sin número de preguntas y generalmente todas sin respuestas aparente surcan nuestra mente, eso si la angustia nos invade a cada paso, y la desesperación ataca sin consuelo cuando no encontramos las respuestas adecuadas, siempre terminamos en lo mismo, el clásico “¿porque a mi…?” y alguno con poco tacto tal ves diría y ¿porque no a vos? , de cierto es que de uno u otro lado de las preguntas y situaciones, a todos nos toca de cerca la muerte, sea en forma de un familiar o seres queridos, o en el ministerio pastoral, pero lo importante es elaborar los duelos, incluso el ministro que ve tanto sufrimiento tiene que tener un proceso de elaboración de duelos constantes, si bien es obvio que no es el mismo crudo dolor que le sucede a un familiar directo, no es menos importante, por lo tanto lo principal que debe hacer un ministro es acompañar a elaborar el duelo a los que sufrieron la perdida y a su vez aprender a realizar el duelo, entre el tu y el yo, entre el duelo ministerial y el duelo de la persona que sufrió la perdida.
Pero las cosas sinceramente no se pueden apurara en ningún orden de la vida, y menos en la elaboración del duelo, porque si aceleramos los tiempos podemos cometer graves errores que producirán secuelas en las personas, por eso todo tiene sus tiempos y momentos justos para tratarlos
Si se quiere salir rápidamente del sufrimiento debemos respetar cada instante, cada paso, si bien sabemos que no siempre es posible. Pero con el pesar por la perdida hay que ser equilibrados en los períodos, pero no pasivos, hay que conocer nuestros tiempos de recuperación sin miedo a sentirnos débiles y si es que necesitamos más que otros, cada persona es única e irrepetible, y cada proceso es único y son "nuestros tiempos" de elaboración, nunca apurarlos, tampoco sostenerlos más de la cuenta que provoquen que caigamos en una profunda depresión que en algunos casos serian irrecuperables o de difícil nivelación pisco-emocional .
El acompañamiento en todo el proceso de duelo es una disciplina y una práctica que envuelven al profesional que acompaña ese proceso o en el familiar o allegado una coherencia absoluta, como así también una capacidad de apertura del doliente por la perdida del un ser querido, porque la persona tiene que actuar con madurez afectiva y efectiva y sobre todo una gran capacidad de escucha a la persona que quiere ayudarle, desplegar una apertura en la relación entre el que ayuda a la recuperación y la persona que se somete a ser ayudada , es una habilidad en la relación entre el tu y el yo en lo profundo de nuestro ser, pero sobre todo, esa recuperación se tiene que dar a los pies de Cristo, es necesario que comprendamos la muerte redentora del Señor para así nosotros poder comprender la muerte física de nuestro ser querido, sabiendo que lo perdimos físicamente solo por unos momentos en nuestra vida, pero que pronto lo volveremos a ver tal cual fue a los pies de Cristo, quien es el “sanador por naturaleza de nuestros males” .
La recuperación de una perdida se realizara paulatinamente, nunca en forma alborotada y menos con escapismos inútiles para no sufrir, recordemos que muchas veces el sufrimiento es redentor, en el caso del duelo es una forma de sanción de nuestra herida por la perdida, es bueno poder desahogarse y a partir del gran bálsamo de haberse sincerado de nuestro dolor interno con el que realiza el proceso de acompañamiento, es imprescindible que comencemos a caminar en la reparación de las aflicciones, hablar siempre, sin miedo ni tapujos, ser sinceros sin dobleces , estar abierto y no ocultar nunca nada, ni los miedos ni los fracasos en el proceso de duelo.
Pero es fundamental que se realice todo bajo la presencia de Cristo, Todo con Dios, nada sin Dios, si no será un proceso vacío, algo temporal y casi dolorosamente rutinario y perdiendo el verdadero valor de la vida que es el estar y participar en la mesa del Creador del universo. Una elaboración con los ojos puestos en Cristo, es una elaboración segura, firme sobre la roca.
Porque tener siempre en cuenta que si el grano de trigo no muere y desaparece, no puede dar frutos, cuando un ser querido muere, esta dando frutos en el Reino de los Cielos, por eso es muy importante la fe verdadera, y la lectura asidua de la Palabra de Dios para el proceso de rehabilitación de nuestros sentimientos heridos por la perdida, por el abandono no deseado de el ser amado, pero recordemos que siempre Cristo esta con nosotros hasta el fin del mundo y también en la vida futura en su Reino.
No se queden solos nunca, llamen a las personas necesarias e idóneas para acompañase en la reconstrucción de lo emocional, en la forja del duelo, pero sobre todo no se olviden de lo más importante, Cristo el Señor de la vida, porque Cristo es Señor de los vivientes, no de los muertos, el fin de nuestra vida en la tierra no es la extinción de la existencia nuestra, sino la continuación de un largo vivir.
Que Dios alumbre a las personas que apoyan a los que están en la angustia de la perdida y a las personas sufrientes de la muerte de un ser querido para que logren conformarse según los designios de Dios.
Rev. José Luis Podestá