viernes, 18 de septiembre de 2009

Pobreza, marginalidad y nueva evangelización.


No es extraño a nuestros ojos en el diario vivir, la existencia de la pobreza, en todos los niveles , materiales como espirituales, son pobres todos aquellos que carecen de algo concreto, desde el alimento, el vestido, el acceso a la salud como aquellos que teniendo todo tiene ausencia de afecto, de entendimiento y sobre todo también de esperanza en Dios.

Latinoamérica se encuentra en dos frentes, el tratar de combatir la pobreza, que cada vez se enquista en una carencia estructural endémica de la miseria más profunda, y la otra pobreza de la ausencia de lo Divino en la vida de las personas. Es así que encontramos pobres materiales ricos en fe, con millonarios pobres en el conocimiento de Dios.
Los claros-oscuros de un continente inmensamente rico en lo natural, en recursos de todo tipo, inclusive en gente con ganas de crecer, desarrollarse, trabajar y ser prospero en todas las áreas de la vida, vemos también gente sumida en los confines del abismo mas tenebroso, más oscuro, casi sin retorno, causas de esto varias, una de ellas es la ausencia de políticas serias para combatir la miseria, dando espacios y recursos para que las personas se capaciten y se desarrollen, lamentablemente se los deja al abandono y ese naufragio que provoca la miseria arrastra a la desesperación, a la delincuencia, al sometimiento más putrefacto por parte de poderes sombrios, y personas que sacan el jugo con la miseria ajena. Es inevitable ver como la droga destruye generaciones enteras, dejando personas inservibles, en condiciones de vegetales caminantes, sin pasado, sin presente ni futuro, sin capacidad de hacer ni desarrollar nada productivo, ni para ellos ni para los demás, son muertos que respiran y deambulan por las calles de las ciudades de nuestro continente.
Lamentablemente las complicidades de una red casi “demoníaca” que produce muertos vivientes en sociedades ricas con fines casi rayando el desprecio por la creación de Dios, provocando destrucción y miseria humana y social, esos poderes que se ciernen en los puestos de poder, sean políticos, judiciales, empresariales, policiales, entre otros sectores que sacan gran beneficio con la miseria endémica.
Es allí donde las iglesias, en especial las reformadas, que fueron constructoras de libertades, e igualdades a través de la historia, deben ser protagonistas y no espectadoras de la nueva evangelización que urge en el continente, no podemos quedarnos con los brazos cruzados mirando como lo marginal chupa con desenfreno los valores que la reforma y el Evangelio de Jesucristo expresa para la humanidad.
Cuando hago referencia a lo marginal, no es solo al pobre carente, si no a la amplitud del termino marginal, porque también hay ricos marginales, que viven al margen de la decencia, de la ley, al margen de todo, incluso de Dios.
Evangelizar América, hoy es asumir compromisos casi olvidados por las iglesias de las reforma, que es hacer presente el Evangelio en todos los estamentos de la sociedad, regresar a la fuente bíblica en donde mana los elementos para el desarrollo de una humanidad sensata y con proyección de futuro y sobre todo con el anhelo de ver a dios cara a cara como Padre y Creador.
Dejar de llorar nuestras propias miserias como iglesias que viven en crisis, y asumir con pocos o muchos recursos, el compromiso a evangelizar el continente, estamos dejando en manos de organizaciones no cristianas la solución de cosas que vemos que son incapaces de hacerlas, afrontarlas y sobre todo dar el verdadero sentido del hombre, es allí que la iglesia debe ocupar un espacio mas prominente y no cerrase tras muros de piedra para cantar himnos como autistas de la realidad que nos rodea, debemos asumir el compromiso de alimentar con la verdad a los hombres, y también ejercer la caridad cristianas en todos los ordenas, debemos nosotros proyectar lineamientos para combatir la pobreza estructural que es una pandemia en un continente tremendamente rico en recursos, ver formas y modos para lograr mitigar el sufrimiento, si bien siempre habrá pobres, y nunca serán suficientes nuestros esfuerzos, pero por más mínima que sea nuestra presencia y solución, estaremos colaborando con el desarrollo del reino de Dios en medio de nuestros semejantes. Como así también incursionar en todos los sectores de poder para atacar la pobreza del secularismo que destruyo la imagen de Dios en las sociedades, nos vasta ver legislaciones contra la vida, en todos sus matices, o leyes explotadoras e injustas, en donde las libertades se truncan en pos de argumentos poco claros y denigrantes.
Es hora que las iglesias aúnen esfuerzos de hombres, recursos, y medios diferentes para evangelizar al hombre en un todo, en cubrir sus necesidades y en plantar la palabra de Dios como una semilla que se desarrolle, crezca fuerte y sirva para alimentar a la humanidad.
No podemos ser labradores de desiertos, si no de verdes praderas, no ser voceros de desgracias ,si no heraldo del amor de Dios, ser amor encarnado hacia el que sufre, el que esta marginado, el que no conoce a Dios, ser amor del amor eterno, ser verdaderos representantes de Jesucristo, que dio de comer, curó, liberó, pero también expuso las verdades del Reino de Dios ; así pues nosotros debemos desarrollar la misión si o si, no admite mas espera la situación en América y diría en el mundo, es el momento de una evangelización integra, de nosotros depende, agarremos el arado, comencemos a preparar la tierra y que los sembradores junto a nosotros Planten la palabra de Dios.
¡Adelante! , no nos quedemos dormidos en el momento de la historia que tenemos que estar en vela trabajando en los campos de Dios.

Rev. José Luis Podestá