viernes, 20 de febrero de 2009

El pastor y el compromiso social.



No es novedad que vivimos en sociedades complejas y desiguales, en donde una gran mayoría tiene poco y pocos tienen mucho, por lo tanto esa asimetría provoca sistemas sociales injustos, que afectan considerablemente al desarrollo del individuo.

A esta situación no es ajena la comunidad eclesial la cual sufre injusticias, privaciones, inconveniente de todo tipo, y sobre todo la necesidad creciente de las iglesias en activar sistemas de contención social a sus miembros y a muchos que vienen a golpear sus puertas.

El pastor debe estar atento ante éste desafió que permanentemente se le presenta en el diario caminar de su ministerio; pues es urgente en las iglesias constituir gabinetes de apoyo a la pastoral social, tanto por el cuerpo de diáconos de la iglesia como de voluntarios para conformar un cuerpo de pastoral social, que en lo posible este integrados por diversos agentes que trabajan en la iglesia, ya que la problemática es diversa en los aspectos que debemos enfrentar hoy en día.

Cada personas es diferente en su problemática y forma de enfrentar la situación, así, es necesario que los ministros encargados y el personal a su cargo, que comparte tan dura labor, sea atenta y dispuesta a acoger los conocimientos necesarios para cumplir su rol en forma efectiva.

Hoy no basta que un pastor predique sobre la sociedad o sus males desde un pulpito, si bien es necesario y obligatorio hacerlo, si no también inmiscuirse en la problemática social que golpea, como son desde el hambre, hasta los abusos a las personas, la lucha por la libertad en todos los órdenes en donde exista opresión.

Si bien hoy la humanidad tiene derechos amparados por las leyes, no es menos cierto que muchas de esas leyes son injustas y es más anti cristianas en su gran mayoría, donde el hombre deja de ser una persona integra para ser solo un numero de causa, o en donde el pobre es factor de estadística y no es un ser humano que necesita vivir.

La imperiosa necesidad que en este siglo las iglesias herederas de la reforma levanten el grito de libertad contra el oprimido en todos los ordenes, y esto no es teología de la liberación, si no es la liberación de la teología que esta expresada de punta a punta en la Biblia, en donde expresa en cada una de sus páginas la obra liberadora de Dios a través de los siglos, siendo en Cristo la libertad del pecado, por eso los primero cristianos entendieron bien su rol de ser libertadores en Jesucristo , hoy después de 2.008 años
Necesitamos recuperar ese grito de libertad que el cristianismo naciente supo provocar en el seno de un imperio como el Romano, hoy necesitamos gritar nuevamente con las diferentes formas que la gracia de Dios nos provee, desde el pulpito hasta Internet, en donde debemos interpelar al imperio de la apatía, de la marginalidad, de la exclusión, de la persecución de los cristianos, entre otros miles de males que condicionan un sano vivir de los seres humanos, podemos resumir en la palabra pecado, que es el factor inalterable que oscureció a la humanidad y las consecuencia del mismo lo vivimos a diario.

Así que pongámonos manos a la obra para lograr en nuestras comunidades una sana y bíblica organización de la pastoral social, apoyada en las Santas Escrituras, y no en teorías políticas de corto alcance.

Que Dios no de la fuerza y el valor para ser heraldos de Cristo resucitado y lograr palear las necesidades de nuestros hermanos.

Rev. José Luis Podestá