lunes, 26 de mayo de 2008

Comentario al Salmo 1


El salterio comienza con un salmo que es una profunda reflexión de la condición y forma en que el hombre debe desempeñarse en justicia y bienaventuranza.

La estructura de este salmo primero, la podemos dividir en tres partes, la primera que comprende una bienaventuranza (Sal. 1:1-2); la segunda se desarrolla una comparación (Sal. 1: 3-4); y en la tercera se produce una conclusión (Sal. 1: 5-6) de cómo terminaran los desobedientes de Jehová.

Este salmo gira alrededor de la barrera que existe entre el justo, fiel a los principios Bíblicos de fidelidad a Dios y de los malvados que desobedecen la voluntad del Creador y profundiza con marcado énfasis los dos caminos (Sal. 1: 1.6). El camino es una metáfora conocida de la conducta del ser humano, lo observamos cuando éste salmo comienza expresando la dicha del hombre que es justo y no interviene en las malas ideas ni confecciona proyectos con los malvados, que son los que se apartan del camino de Dios y la manera como se conducen los inicuos; es un constante tema de meditación para el justo, las conductas de estos escarnecedores, el debe apartarse de todo contacto que le pueda provocar una caída y alejamiento de Dios, o simplemente ser señalado como parte de ese grupo. El salmista remarca que para él solamente existe como norma de vida la ley del Señor, recibida con deleite y devoción.

En un periodo posterior de la historia del pueblo Judío observamos una reflexión denominada “sapiencial” de los referentes de la Ley en Israel, la sabiduría llegó a identificarse con la ley, por que todo sabio cumplía la ley de Dios a rajatabla, eso es lo que postreramente constituyo el ser sabio. También es arraigada la forma de identificar esto con un axioma indeleble en el pueblo Hebreo que es, ser justo es igual a ser sabio, y ser sabio es ser cumplidor de la Torá.

Todo lo contrario a esta realidad de justicia es ser malvado, que es equivalente a ser necio, escarnecedor y a su vez incumplidor de la ley de Jehová.

Marca en este salmo el autor Davídico la dicha que es para el hombre ser un fiel cumplidor de la Ley y a través de ese cumplimiento mantenerse al margen de la unidad con los impíos.

La imagen del árbol, que el salmista utiliza como término de comparación es excelentemente gráfica y sugestiva, ya que un árbol bien irrigado es por excelencia exuberante y frondoso, y a su ves está sólidamente arraigado y con frutos abundantes.

Esto es una afrenta Divina para los que viven en la inestabilidad, sufriendo una falta de arraigo que es comparable al polvo suelto sobre la tierra que el viento lo desparrama por doquier.

El principio usual, de que a los justos les va bien y los malos se hunden, se irradia en esta comparación y constituye, además el contenido de la última parte del salmo (Sal. 1: 5-6), en la que el salmista extracta y sella con un tono solemne el desencanto de los malvados y pecadores, que es y será absoluto en todos los terrenos. Como el salmo no explica profundamente con más detalles el destino de los hombres, pero es una forma de dejar una puerta abierta al destino escatológico del camino de los justos y sabios que serán llevados a buen fin, al éxito, a la plenitud de la dicha que solo en Dios se encuentra. No así los malvados que serán condenados en su propia desdicha sufriendo los horrores de la desobediencia

El salmista finaliza con una relación de dos ideas que establece un resumen adecuado, en que el justo que profundiza la ley del Señor y éste lo protege en su diario caminar en la justicia de Dios y el malvado es esparcido de la presencia del Altísimo, como el tamo que arrebata el viento.

Este salmo es una buena forma de compara el mensaje que Jesucristo nos da en (Mat.7:13-14), con imágenes instructivas sobre las dos sendas, y el oír y hacer cumplimiento la Palabra de Dios, esto es la garantía de la fuerza y estabilidad en Cristo que Él mismo es el camino de justicia, siendo que el que permanece en Él da frutos abundantes, podemos incluso ver la parábola de la vid, para eso están destinados los cristianos ,los justos para alimentarnos en Cristo, hundir nuestras raíces en la corriente de agua que es la Palabra de Dios y dar los frutos abundantes en la sociedad actual y en el transcurso de nuestras vidas.

Rev. José Luis Podestá

Los salmos como fuente de diálogo con el Creador.


La oración es potencialmente la expresión más elegida del encuentro y el coloquio asiduo entre el hombre y Dios. A través de este hablar en intimidad con el Ser Supremo, el hombre logra dirigir sus experiencias y emociones mediante un ruego confiado a su Dios, en donde manifiesta muchas veces el arrepentimiento o agradecimiento por algún hecho concreto y sobre todo en el culto público; la alabanza bajo un aspecto de adoración en donde Dios y el hombre se unen en intimidad en una eterna acción de gracias por parte del cristiano que fue predestinado a estar con su Señor; es una autentica profesión de fe. Cuando los sentimientos y las expresiones publicas se motivan en un lenguaje que llega a adoptar notables expresiones y muchas veces con características poéticas en más de una oración y en especial cuando se transforma en letra para un tema del canto, en la comunidad de creyentes.

Así sucedió con los salmos bíblicos, es un diálogo eterno entre el ser humano y su Dios, podemos decir, que los salmos se dirigen al Todopoderoso, pero además hablan de este Dios y de sus atributos y de las intervenciones en la historia de la creación, es la manifestación plena del sentimiento del hombre en el caminar en esta tierra, en donde debate en cada paso la presencia o de la ausencia de Dios en su vida y de la constante relación con el Creador de todo lo invisible y lo visible.

No podemos dudar que en los salmos se ensalza a Dios por lo que es, por su grandeza, por los prodigios que ha hecho y hace en la naturaleza y en la historia del hombre por su lealtad, fidelidad, por su perdón, justicia, de otorgar sus favores a los hombres reflejado de modo específico en la historia del pueblo de Israel a lo largo del tiempo, constituyéndose así en la experiencia religiosa de un pueblo a través de los siglos, por añadidura experiencia que el pueblo cristiano es participe desde la venida del Verbo Encarnado.

Podemos observar a través de cada uno de los salmos, como a Dios se le habla de tú a tú, una franqueza y amistad poco visto en otras religiones, el mismo Jesús nos dijo como debíamos orar, el Padre nuestro, allí deja de ser un Dios escondidos para ser un Padre, con todo ese amor y comprensión que un buen padre desea para sus hijos, así “rompe el molde” del acercamiento con la Divinidad.

Esta cercanía con Dios lo vemos en el mismo Cristo, en su revelación en plenitud. Nuestro Señor, Jesús, bebió de la inmensurable espiritualidad de los salmos y los utilizó en su plegaria y así también los primeros cristianos, se valieron de ellos para deducir el misterio del Dios hecho hombre y para explicarlo en sus enseñazas. Pues como ellos, nosotros hoy, debemos reincorporar a nuestras oraciones y enseñazas los salmos de nuestra Biblia, somos testigos privilegiados por nuestra fe en el resucitado y de los misterios de Dios revelados en cada versículo de las Escrituras.


Que nuestras iglesias logren recuperar una adecuada lectura del salterio y también en nuestra intimidad del hogar o donde nos encontremos poder disfrutar del diálogo íntimo con el Creador.


Rev. José Luis Podestá

lunes, 12 de mayo de 2008

La habilidad hermenéutico-alegórica en Pablo.



En su reputada exégesis de la historia de Abraham, Sara y Agar, Pablo usa el participio griego allegorein, que significa hablar alegóricamente, así con esta forma deja entrever su formación con grandes influencias helenísticas, aprendizaje que seguramente le sirvió para realizar toda una explicación en sus escritos de las diferentes verdades rebeladas.

Esta capacidad intelectual en Pablo incentivó más ágilmente la alegorización de otros textos, especialmente en las cartas, en particular la epístola a los Hebreos que promovió una alegoría sistemática y más polémica sobre la Ley Mosaica, esta forma de la interpretación de las Escrituras obrada por el Apóstol de los Gentiles, dejó ver también una indiscutible familiaridad con la middot rabínica y con la lógica de la exégesis pésher. Esta última tiene valor para la exégesis de algunos textos paulinos hoy por los Biblistas.

Pablo, como seguramente sucedió, no compartía todos los principios hermenéuticos de la comunidad de judía en general y en espacial los categóricos interpretativos de la comunidad de Qumrán, pero casi seguro participaba como ellos de la convicción de vivir en los espacios de la revelación final de Dios. Este develamiento le había alcanzado a él personalmente, adyacente con su nueva visión de la obra redentora de Jesús, el Cristo, y de su oportuna misión en el plan de salvación de Dios para el fin de los tiempos.

Como lo vemos en, (Gál.12:16), para Pablo, el centro hermenéutico de la Escritura se transportaba desde la Torá al mensaje profético, de tal manera que él confrontó la consumación de las profecías mesiánicas con la venida, la muerte y la resurrección de Jesús.

La analogía de la profecía y el cumplimiento en Cristo Jesús, hizo de la Escrituras judías el libro de los cristianos primitivos y les dio la clave para vislumbrar los eventos vividos por la primera generación de los discípulos de Jesús durante la vida terrena del Maestro y después de su resurrección. El Nuevo Testamento, provocaba una nueva lectura de la historia de Dios con su pueblo, que llegó a ser posible porque el Señor resucitado había abierto la comprensión de sus discípulos para que intuyeran el auténtico sentido de las Escrituras.

Pablo enseña este hecho de esencial jerarquía basado en un midrásh sobre la gloria que irradiaba el rostro de Moisés (2 Cor3:4-18). A raíz de aquel deslumbrante resplandor Moisés debió cubrir su rostro con un velo porque los israelitas no podían fijar su mirada en Yahvé. Pero actualmente ese velo, tomado en sentido alegórico, personifica la ceguera de los que se obstinan en imputar un valor indisoluble a lo que no era nada más que una fase fugaz. Por lo tanto, el velo ya no está sobre el rostro de Moisés, sino en los ojos y en los corazones de quienes leen el Antiguo Testamento, sin alcanzar a intuir el verdadero valor de la Alianza Mosaica y de su plenitud en la Nueva Alianza establecida por Cristo.

En varios pasajes de sus cartas, Pablo tiene una tipologia peculiar, en ella vemos que enseña a sus lectores que lo redactado en los libros sagrados del pueblo de Israel había sido escrito “para nuestra conveniencia”, a simple vista, estas aplicaciones parecen reflejar puramente procedimientos surgidos de la midrásh haggádico. Lo vemos cuando Pablo lo expresa en, (1 Cor 10:1-11), Pablo rehace este estilo midráshico con las tradiciones conectadas con (Éx 17:5-6; Num 21:16-17; Dt 32:1-7.) Pero su diferente principio hermenéutico da a la exégesis un nuevo marco, comparable al del pésher de Qumrán. En este contexto, emplea las palabras “typos”,(1 Cor 10,6; Rom.5:14) y “típicos” ,(1 Cor 10:11). Estos “tipos” en las Escrituras Hebreas era parte de la instrucción bautismal de Pablo, que facultaba a los cristianos para reconocer a Cristo como la roca espiritual de la que bebieron los israelitas, en tanto realizaban su marcha por el desierto en el Éxodo, así también los Cristianos en su marcha por este nuevo desierto rumbo a la patria celestial, el Reino de Dios.

Así la utilización de la alegoría en Pablo, como en otros antiguos escritores cristianos, tomó una característica escatológica significativa y de suma importancia. Los sucesos de la historia Hebrea fueron leídos como figura de los eventos del fin de los tiempos, que ya se habían iniciado con la revelación de Jesucristo.

Podemos esgrimir que Dios desde los eventos de la historia de Israel, y la alegoría tipológica que emplaza la salvación en el reino de la verdad más allá de la historia, llegó a ser privativa de la exégesis cristiana en el siglo II, dando las bases importantísimas para todo el posterior desarrollo teológico.

La misión de Pablo a los gentiles preparó el camino para este progreso que intervino directamente en la hermenéutica de los primeros cristianos , en especial de la era de los Padres de la iglesia, en sus diferentes áreas de la reflexión teológica, esta misión significó un camino decisivo para la fe centralizada en el Verbo hecho carne, el
Salvador y su obra en el tiempo.

Rev. José Luis Podestá

sábado, 3 de mayo de 2008

VENI CREATOR SPIRITUS


El próximo domingo 11 conmemoramos el día de Pentecostés, esa maravillosa situación que vivieron los Apóstoles directos de Jesús, en donde del miedo aterrador que los tenía anulados y escondidos, por temor a los judíos, reciben el Espíritu Santo prometido por el mismo Jesucristo.

Esa fuerza que recibieron por pura gracia, que es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, los movió a predicar hasta los confines de la tierra, pero siempre no haciendo su voluntad si no la de Dios, que a través del Santo Paráclito disponía a donde cada uno de sus mensajero debían ir y que hacer.

Hoy en este siglo XXI, deberíamos conocer más la doctrina del Espíritu Santo, saber como esta Persona de la Trinidad Santa, intervino desde la creación y permanece trabajando en el mundo de hoy.

No podemos olvidar como desde el principio del mundo trabajó incasablemente en cada detalle, como surcó la historia de la humanidad acompañando a los hombres y mujeres que llevaban un mensaje de Dios, desde Abraham, hasta los Apóstoles, condujo sus vidas, llenándolos de las gracias dispensadas por el Padre, es bueno decir que donde estaba una de las Personas de la Trinidad las otras dos estaban, no actúan sueltas como descoordinadas del resto. Hoy a nosotros también nos guía, nos conduce a donde Dios nos quiere llevar, es necesario que sepamos estar a la escucha del Espíritu para dirimir cual es el camino que el quiere de nosotros, ver donde Dios nos llama y para que, así como los primeros Apóstoles, se dejaron conducir por ese fuego liberador e infinito. Hoy nosotros entreguémonos a ser portados a donde Él lo disponga, es fuego de Dios, fuego de libertad de los hombres, y sabemos que por la verdad rebelada dada en la Biblia, el Espíritu nos habla, nos guía y nos interpela a la acción.

No nos quedemos como los discípulos de Jesús encerrados temerosos en nuestros templos, casas, o seminarios, salgamos a la realidad del mundo a llevar el Evangelio, no con miradas egoístas, si no con fuerza evangelizadora, no como opresores de consciencia si no como liberadores del pensamiento a la luz de la verdad de las Escrituras, sepamos pues recuperar el espacio perdido en este Pentecostés, dejar siempre actuar al Espíritu Santo, no le pongamos grilletes, ni le “cortemos las alas” si no seamos dóciles a la voluntad Divina, ser predicadores de sus verdades, y siempre reconocer y someternos a la absoluta soberanía de Dios, que Él nos predestino antes de todos los siglos a ser sus hijos y sus emisarios hoy para ser sal y luz en esta tierra.

Rev. José Luis Podestá