miércoles, 24 de junio de 2009

CONFERENCIA EL REINO DE DIOS CARACTER DE LOS SUBDITOS.









El día 06 de junio se realizo en el Monte Horbe, ciudad de Rosario, la Primer Conferencia dictada por el Master en Teología Julio Cesar Benítez; la temática de la misma fue “EL REINO DE DIOS, CARÁCTER DE LOS SUBDITOS”.
Los allí presentes pudimos ahondar en la tema gracias al despliegue de conocimientos impartidos por el disertante.
Así mismo se lanzó oficialmente, la oferta académica para este año en el Seminario Teológico San Lucas.
Agradecemos primeramente al MINTS y a la Fundación IBRC, por haber hecho posible el viaje del Master en Teología Julio Cesar Benítez.
También un enorme agradecimiento al Rev. Jorge Galarza y familia, como a cada uno de los miembros de su comunidad por la organización y colaboración en este evento.
Al Rev. Honorio Serpa, por habernos regalado el arte de su música.
Y al Rev. Rivarola que viajo desde Villa María para la conferencia con también a todos los pastores que nos honraron con su presencia.
Esperemos que sea la primera de muchas conferencias que nos permitan comprender mejor el conocimiento de la verdad bíblica.

Julieta Aguirre
Secretaria del
Seminario Teológico San Lucas

martes, 16 de junio de 2009

Reino de Dios, reino de Cristo


Vamos a considerar un hecho histórico incuestionable, lleno de significado teológico como son las palabras de Jesucristo que comienza su misión mesiánica con la proclama, “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca” (Mc. 1: 15). Son palabras que señalan la entrada en la denominada plenitud de los tiempos, y que preparan el paso al nuevo pacto, instituido en el misterio de la encarnación redentora del Hijo y consignada a ser alianza eterna entre Dios y el hombre
Es así que en la vida y ministerio de Jesucristo, el reino de Dios no sólo está cerca, sino que además ya está vigente en el mundo, obra en la historia del hombre, el Verbo de Dios encarnado lo expresa de la siguiente forma “El reino de Dios está entre vosotros” (Lc. 17: 21), dando a entender que Él es el Reino de Dios manifestado y que también hay a su vez el reino eterno.
Nuestro Señor nos marca la diferencia de nivel y de calidad entre el tiempo de la preparación y el del cumplimiento, entre la antiguo y el nuevo pacto, cuando dice “En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él” (Mt. 11: 11). Cuando hace la comparación ente el Precursor y los demás miembros que integraran el magnifico reinado de Cristo, Concluyentemente, Juan contribuyó más que ningún otro, a los preparativos inmediatos de la llegada del Mesías. Es así que permanece de alguna manera en el principio del nuevo reino, que ingresó en el mundo con la presencia de Jesucristo y que comenzó a manifestar su ministerio mesiánico.
Es así que solamente por medio de Cristo los hombres llegan a ser hijos del reino, superior a aquel del que los judíos contemporáneos se pensaban herederos naturales.
Este nuevo reino tiene carácter particularmente espiritual, para entrar en él se necesita convertirse, creer en el Evangelio que Cristo nos dio, por pura gracia suya y liberarse así de las potencias del espíritu de las tinieblas, sujetándose al poder del Espíritu Santo de Dios, que Cristo manifiesta a través de su evangelio y sacrificio redentor, a su vez nos lo envía en su promesa como continuador de la guía de la iglesia, la verdad que se revela en las Escrituras para servir a los hombres.
También cuando Jesús manifiesta con estas palabras “Si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mt. 12, 28; y. Lc. 11: 20).
Este Reino que manifiesta Jesús mismo, que hallamos en los evangelios, también vemos la expresión como es la de reino de los cielos; forma estupenda que deja divisar el origen y el fin del Reino , que es nada mas y nada menos que el cielo . así como la misma unión hipostática , de aquel en el que el reino de Dios se expresa eficientemente , dada únicamente en la encarnación, muerte y resurrección de Cristo.
Por lo tanto Junto con el Padre, el Hijo, y también el Espíritu Santo, obran para la realización del Reino ya en este mundo, como Jesús mismo lo revela en Mt. 12: 28.
Es así que toda la antigua profecía dada en el Antiguo Pacto, se realiza en la revelación y persona de Cristo. Esta pista de luz profética y mesiánica que con mayor comprensión la vemos en la oración del Padre nuestro, especialmente en Mt. 6:10 “Venga tu reino”; Es el reino del Padre, que ha ingresado en el mundo con Cristo; es el reino mesiánico que por acción del Espíritu Santo se desenvuelve en el hombre y en el mundo, para volver al seno del Padre, en la gloria del Reino de los Cielos.
Rev. José Luis Podestá

lunes, 15 de junio de 2009

El Espíritu Santo, sello del Nuevo Pacto



Cuando Jesús habla de la promesa del Padre, señala la venida del Espíritu Santo ya comunicada a lo largo del Antiguo Testamento, leemos en el Libro del profeta Joel: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizaran vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros acianos soñaran sueños, y vuestros jóvenes verana visiones” (Jol.2:28) Precisamente a este texto del Profeta Joel hace referencia Pedro en la primera alocución de Pentecostés..
Jesús, cuando habla de la promesa del Padre conmemora la proclama de los profetas, revelador incluso en su carácter genérico. Los anuncios de Jesús en la última Cena son rotundos y directos porque quiere poner de relieve la continuidad de la verdad neumatológica a lo largo de toda la Revelación incluso los veremos más adelante en la historia de la confección del canon como el mismo Espíritu Santo guía a los compiladores de los escritos para confeccionar la Biblia que hoy poseemos, si añadiduras y sin que se distorsione el mensaje primigenio de Jesús y los hechos acaecidos. Por lo tanto quiere decir que Cristo dará cumplimiento a todas las promesas hechas por Dios ya en el Antiguo Pacto, todas las promesas Vetero Testamentarias se cumplieron en Cristo.
Estas promesas las encontramos en el profeta Ezequiel “Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra...Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas..., seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios' (Ez. 36: 26-28).
El oráculo de Ezequiel daba conocimiento la promesa del don del Espíritu Santo, la conocida profecía de Jeremías sobre la Nueva Alianza: 'He aquí que vienen días (oráculo de Yahvé) en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva Alianza... pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo' (Jr. 31:31-33); el profeta subraya que este nuevo pacto será distinto al anterior, esto es, de aquella que estaba vinculada con la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto y ahora es vinculo indeleble con Cristo para destrucción del pecado por su sangre, por la redención obsequiada a los hijos predilectos suyos.
Por lo tanto es bueno recordar que la infusión del Espíritu Santo no es solamente el instalar, la ley divina en lo profundo de la propiedad espiritual del hombre si no que en virtud de la Pascua redentora de Jesucristo se ejecuta también el don de una Persona divina que es nada más ni nada menos que el Espíritu Santo quien el mismo se le otorga a los Apóstoles para que habite en ellos , Florece un don por el cual Dios se revela al hombre en el misterio intimo conforme a la divinidad, a fin de que participando en la naturaleza divina de la vida Trinitaria, se dé obras espirituales. por tanto, el don que está como fondo de todos los dones sobrenaturales es la raíz que implica una revolución del espíritu humano en el alcance de la moralidad conforme al Evangelios anunciado por Cristo y preservado por el Santo Paráclito ,de este modo lo que había sido anunciado por los profetas como un comunicar la ley de Dios en el corazón del hombre se enaltece el significado en la nueva proporción de la efusión del Espíritu en la nueva humanidad , confirmados por Jesús y los textos de los Evangelistas, esta gran promesa que alcanza su plenitud en el magnifico regalo de la Persona misma del Paráclito que acompaña a toda su iglesia para ser exponentes del Reino de Dios en la tierra.
Es así que cada miembro del cuerpo de Cristo que es la Iglesia reunida en torno a su Palabra, y su mesa, es heredera del Reino de Dios y a su vez poseedora de la gracia de que en ella permanezca el Santo Espíritu, como guía de la verdad revelada a sus sucesores, esto es a todo el pueblo de Dios fiel a la verdad manifestada en las Santas Escrituras.

Seamos púes dignos embajadores del Reino de Dios a través de nuestro ministerio y nuestra vida según los parámetros de las Biblia, y sobre todo a la escucha constante del Espíritu Santo, Señor y dador de vida.

Rev. José Luis Podestá