sábado, 9 de febrero de 2008

Cuaresma Tiempo de Reflexión


Comienza el tiempo de cuaresma, son estos cuarenta días que preceden a la Pascua, es un buen periodo para reflexionar sobre nuestra relación con Dios. Cada jornada que transcurrimos tiene que servirnos para unirnos más a la voluntad de Dios y acercarnos a su misterio, ¿como? Pues estudiando diligentemente las Escrituras, allí encontraremos los nutrientes que alimentaran nuestra vida de fe, es la tarea en este tiempo, y así mejorar cada día la relación con el Creador, es buscar esas “manchas” que tenemos para “limpiarlas” con el estudio asiduo de la Palabra de Dios.

Sabemos que somos sus hijos y que la misericordia de Él brilla sobre nosotros, pero también su justicia, es pues loable estar atentos y presto a ejercer su voluntada, siempre debemos trabajar para mejorar la relación de “conversión” hacia Él, diremos en nuestro interior y a otros que ya estamos convertidos, pero me quiero referir a esa conversión diaria, a ese espacio que nos proponemos, con su gracia, de mejorar, de lograr hacernos uno con Él. Es propicio este lapso de tiempo meditar en los errores cotidianos, en la falta de fe en momentos que fuimos probados como oro en el fuego, para esto debemos conseguir visualizar lo que fue el misterio de la encarnación cuando muchos festejamos la natividad del Señor, así hoy caminamos rumbo a otro acontecimiento trascendente como es la pasión de Jesucristo, su muerte y resurrección, punto central de la fe de todo Cristiano, es ver a ese Cristo humillado, torturado y asesinado, resucitar con gran esplendor y Gloria.

Comprender parte de éste misterio de amor del Padre, que otorgó a su único Hijos para redimir a los hombres del pecado, tiene que llamarnos a reflexión, sobre actitudes, gestos, hacia los demás y sobre todo el compromiso al cual fuimos llamados por la misma majestad Divina, el ser sal y luz del mundo, el ser heraldos del Evangelio, no solo en pulpitos, si no también en la vida diaria.

Este ciclo cuaresmal se presta para adquirir la fuerza necesaria para ser testigos del resucitado, limpiar los rincones de nuestro corazón en donde todavía se vislumbra elementos que nos provocan duda y conflictos, sobre todo el desanimo cuando tenemos que dar testimonio de Cristo y vemos que los frutos parecen no desarrollarse como lo esperamos, no es fácil, pero con la gracia de Dios todo se puede y recordando que somos meros obreros, Dios es el que hace crecer y da los frutos según su soberanía.

Tenemos que saber que vivimos en un mundo secularizado en todos sus estamentos y de gran confusión religiosa, muchos en este tiempo de cuaresma solo lo tienen como forma de variar su dieta alimenticia o mostrar cierta piedad exterior para ser vistos como personas religiosas, pero nada más lejos están del verdadero proceso y sentido de la cuaresma.

Ésta etapa para los reformados, es un camino preparatorio a la gran fiesta de la Resurrección de Jesús, quien derrotó a la muerte y nos conduce a su Reino, no es necesario entonces realizar “circos visuales” para expresar nuestro camino a la denominada Semana Santa y al domingo de Pascua, solo y la mejor forma es un estudio de la Biblia, en especial del Nuevo Testamento y comprender que Cristo vino por nosotros y no podemos sin su gracia hacer nada. Por eso evitemos misticismos extremos que solo son medios faranduleros de un cristianismo light apresado por el ritualismo vacío; que solo duran un tiempo corto y se regresa al mismo lodo de pecado sin ningún beneficio.

Hagamos planes en este comienzo del tiempo de Cuaresma de allegarnos más al Señor.

Sigamos la recomendación que Pablo nos da en 2 Cor. 5: 20-21,6:1 “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.”

Que este tiempo que nos conduce a la Pascua de resurrección, de nuestro Salvador y único mediador entre Dios y los hombres, sea propicio para sumergirnos en una relación más sincera con Él y dar testimonio fehaciente de la misma al mundo.

Rev. José Luis Podestá

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