miércoles, 12 de marzo de 2008

El Pan Nuestro de cada día.




En el Cáp.26:26 de Mateo, vemos que Jesús antes de entregarse en la cruz para nuestra salvación, “Mientras comía, Jesús tomó pan, dio gracias y lo partió…” es la señal incuestionable de la institución de la Cena, que muchos cristianos conmemoramos este Jueves Santo, es éste día una buena ocasión para predicar y enseñar correctamente sobre este sacramento instituido por el mismo Cristo.

Con esta acción mientras todos comían, Jesús, al final de la cena instituyó el nuevo sacramento, que iba a reemplazar el rito antiguo de los sacrificios de animales que expiaban los pecados por la sangre de estos. En contrastes al sacrificio veterotestamentario, el antiguo rito sería definitivamente sustituido por un único sacrificio, el del mismo Hijo de Dios encarnado, una entrega total en el madero de la cruz para la remisión de los pecados de muchos.

La Cena del Señor y sus elementos es la conmemoración de ese sacrificio de Jesucristo por nosotros, es una ceremonia no cruenta basada en el pan y en el vino, ambos en representación del cuerpo y la sangre del Señor.

Lo maravilloso que la institución de este sacramento al reemplazar al antiguo, no desecha la esencia del mismo, ambos “rituales” señalan a Él, Jesucristo, que es el sacrificio único y todo suficiente, si necesidad de “nuevos sacrificios en cada culto” o como muchos distorsionan la Cena del Señor, en nuevos sacrificios reiterados y que es peor deformando permanentemente el significado real de este sacramento.

Por este motivo la herejía distorsiva que muchos hacen de la eucaristía y su verdadero significado, lo apreciamos cuando Jesús mismo da a sus discípulos el pan diciendo “este es mi cuerpo” allí en esta acción podemos ver a Jesús realmente presente y no que ese pan se transformaba en su cuerpo material, digamos una “transubstanciación”, si no que es un recordatorio de amor, genuinamente presente y activo por medio del Espíritu, participamos al tomar parte de su gracia y de los frutos benditos del partimiento de su cuerpo, así como la sangre de Cristo está significada y representada por el vino.

Recordemos que esto no es participar de forma carnal del cuerpo del Redentor, si no netamente espiritual. Nuestra comunión es realmente por fe y nos sumamos así a los beneficios dados por este sacramento. Conmemorando con esto que el pan sigue siendo pan y el vino sigue existiendo como vino, no ocurre ningún cambio de sustancia o accidente en los elementos que constituyen la Cena del Señor, es decir en el pan y en el vino, ambos continúan sin modificación alguna.

En tanto, en este jueves conmemorativo de la institución de la Santa Cena, es bueno que tengamos presente al “Pan vivo”, que es el Mismo Verbo echo carne, que se entregó en el leño de la Cruz para la remisión de nuestros pecados, y derramando la sangre por muchos; este pues es el verdadero significado , sea para nosotros los ministros una buena oportunidad de explicar la realidad de tan sublime sacramento, y no con incompatibles elucubraciones que denigran la verdadera esencia y son contrario a las Escrituras.

Rev. José Luis Podestá

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