miércoles, 8 de abril de 2009

Cristo nuestra pascua.


Este domingo día de ramos, vivimos el recuerdo en donde se conmemora cuando Jesús, el Cristo, entra a lomo de un asno, como rey de paz a Jerusalén, la gente gritando a viva voz hosanna al hijo de David. Y con gran júbilo lo recibían.
Pero esa misma gente días más tardes lo negó, le dio sus espaldas al Hijo de Dios, tal vez por miedo, por no entender el mensaje que Él portaba a los hombres.
Nos encontramos con sucesos dramáticos, su ultima cena donde instituye la eucaristía y luego el viernes de la crucifixión en donde la angustia humana se hizo carne en el Salvador, que con su muerte, cargo todos nuestros pecados, en una negra jornada para toda la humanidad, con un grito de espanto entrega su vida en el madero de la cruz, para que con su muerte tengamos vida eterna aquellos sus hijos electos.
El quejido de la humanidad se explayo en una frase, Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado. Esas palabras de Jesús en la Cruz fueron las voces nuestras a través de todos los tiempos, la noche del alma del ser humano, que vive alejado de Dios.
Luego para que se cumpliera la promesa de Dios, el Salvador, Cristo Jesús, resucita para nuestra salvación, para nuestra redención y recuperar nuestra amistad a través del Hijo con el Padre, el se hizo sacrificio vivo por nosotros que estábamos muertos, para que logremos reconciliarnos con el Creador.
Esa resurrección que fue tan sorpréndete como escandalosa, confusión para todos los que no creyeron en Él a través de los tiempos, incluso para los que hoy siguen negando a Cristo, y a la Divinidad en su conjunto, el escándalo de la cruz y de la resurrección en una sociedad que niega el dolor y niega sus propios dramas, pensando que sin Dios podrán solucionar todo, lamentablemente los resultados están a la vista de todos.
Una resurrección que provocó un cambio tan grande en la humanidad, que nos obliga hoy a más de dos mil años del acontecimiento a seguir predicando y sorprendiéndonos por ese suceso que fue para nuestra salvación y para la condenación de muchos, algo que solo podemos entender por la sola fe y no por nuestra limitada razón.
Pues hoy Jesús el resucitado nos sigue sorprendiendo y llamando a la misión a ser luz en un mundo en tinieblas, a ser la sal que de sabor a una sociedad insípida, a ser presencia sanadora de los dolores de la humanidad, a través de predicar con amor y responsabilidad el Evangelios del Cristo glorioso resucitado.
Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida, el Verbo es nuestra pascua, la senda de reconciliación con le Padre, y Junto al Santo Paráclito son nuestros guía inestimables en un mundo que se asemeja a un mar turbulento.
Que esta pascua nos encuentre unidos y con la vista puesta en la misión y extensión del Reino de Dios entre los hombres, porque ÉL es nuestro pasaje de la muerte a la vida, ¡Cristo resucitó, Aleluya!
Felices pascuas de Resurrección cristiana a todos.
Rev. José Luis Podestá.

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