sábado, 21 de junio de 2008

Recuperar el sentido ético en nuestras sociedades, para un cambio cristiano verdadero


Hoy vivimos tiempos en donde el sentido ético se ha perdido, no parece claro el horizonte que nos espera, si no recuperemos el concepto bíblico de sociedad, en donde la cabeza indefectiblemente sea Dios.

No puedo dejar de reproducir un antiguo escrito apócrifo de la época de los primeros cristianos, si bien no es inspirado por Dios, pero su mensaje parece ser cuestionador a nuestras conciencias, es el comienzo de la “Doctrina Apostolorum” que dice lo siguiente:

1.“Dos caminos hay en el mundo, el de la vida y el de la muerte, el de la luz y el de las tinieblas. En ellos han sido establecidos dos ángeles, el de la justicia y el de la iniquidad. Pero grande es la diferencia entre los dos caminos. 2. Así pues, el camino de la vida es éste: en primer lugar, amarás al Dios eterno que te hizo; en segundo, a tu prójimo como a ti mismo. Por otra parte, todo lo que no quieras que sea hecho contigo, tú no lo hagas a otro. 3.La explicación de estas palabras es ésta:
. 2. No adulterarás, no matarás, no darás falso testimonio, no violarás al niño, no fornicarás, no practicarás la magia, no fabricarás perversos brebajes, no matarás al niño mediante aborto ni darás muerte al nacido, no codiciarás nada de tu prójimo. 3. No perjurarás, no hablarás mal, no recordarás las malas acciones. 4. No tendrás doblez al dar consejo, ni serás de doble lengua, pues la lengua es trampa de muerte. 5. Tu palabra no será vana ni engañosa. 6. No serás ambicioso ni avaro ni voraz ni adulador ni pendenciero ni de malas costumbres. No admitirás plan malo contra tu prójimo. 7. No odiarás a ningún hombre, sino que los amarás más que a tu vida. “

Es irrefrenable pensar en nuestra sociedad, la cual es constantemente vituperada por mercaderes de todo tipo, de la muerte, del negocio espurio, de la política barata, de intereses mezquinos y tantos otros factores, que nos hacen un mar social de conflictos permanente.
El pecado asesta constantemente el golpe contra el hombre en todas partes, lo podemos observar en los lideres de gobiernos, de justicia, religiosos en algunos caso, en general en todas las organizaciones humanas, si bien siempre la política y demás organismos y sus personajes, pueden mejorarse a través de la escucha del pueblo y sobre todo de la palabra de Dios. Es también una responsabilidad innegable por parte de cada uno de nosotros hacer un sociedad justa y más equitativa, en donde la igualad de oportunidades sea real y no mera discursiva acomodaticia, en donde la paz y la concordia no sea un proyecto de buenas voluntades si no consecuencia real de una integración social basada en los principios Divinos y no en circunstancias autómatas de relación obligada.
Si bien los procesos legislativos y judiciales en nuestro país son intentos loables de promover la justicia social, no son más que la punta de un iceberg de una sociedad, y hoy con dolor y preocupación vemos como sociedades en todo el mundo son socavadas por miles de intereses espurios, explotando pueblos y hombres para fines limitados y de abundantes ganancias, en muchos casos a costa de arruinar la creación de Dios y la destrucción del hombre, imagen y semejanza del Altísimo.
Es triste ver como la justicia legisla injusticia, como se enarbola derechos de opción y se decreta la matanza en los vientres maternos, como a nombre de la recuperación de posibilidades para todos se saquea la propiedad y el derechos sobre la misma por parte de decretos o políticas extorsivas y saqueadoras en muchos casos, en varios países del orbe.
Hoy es necesario asumir, casi indelegable, nuestra responsabilidad social a la luz de las Santas Escrituras, no podemos mirar hacia el costado cuando la humanidad sufre, es necesario que llevemos el mensaje del Dios soberano a todos, para intentar que por la infinita gracia, nuestras sociedades cambien, basadas en la regla Divina, que solo en las Escrituras se revela; no existe otro medio fuera de la Palabra de Dios que nos convenza a los cristianos como forma de acción, solo ella es nuestra norma de fe y vida, la cual tiene que ser reflejo en nuestras sociedades, para así buscar el equilibrio y justicia que las naciones necesitan a la sombra del Altísimo
Es nuestro deber también evitar ese efecto “constantiniano” donde se asociaba al poder una organización y usarlas como viles lacayos de intereses oscuros, como sucedió con parte de una iglesia que junto al estado conformaban un indisoluble vinculo de coerción, sobre todo arraigado en la edad media, donde se realizaban co-gobiernos a costa de la falsificación del mensaje cristiano verdadero, esa sistematización del “corpus constantinianum”, donde era un mutuo usarse para fines detestables y poco claros de poder. Hoy en países democráticos reales debe desaparecer ese sistema, ya sea dado a una organización o a una subordinación servil de representantes legítimos del pueblo a intereses mezquinos y unitarios en perjuicio de la mayoría.
Es hora que los cristianos reformados nos pongamos a evangelizar, aprovechando que el próximo año se conmemora los 500 años del nacimiento del gran reformador Juan Calvino, lograr llevar la luz de la Biblia a cada hogar, a cada hombre, para poder así reformar una sociedad y hacerla más justa y vivible, en un mundo desbordado por el pecado y desarraigado de la verdad de Dios.
Rev. José Luis Podestá

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