martes, 16 de junio de 2009

Reino de Dios, reino de Cristo


Vamos a considerar un hecho histórico incuestionable, lleno de significado teológico como son las palabras de Jesucristo que comienza su misión mesiánica con la proclama, “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca” (Mc. 1: 15). Son palabras que señalan la entrada en la denominada plenitud de los tiempos, y que preparan el paso al nuevo pacto, instituido en el misterio de la encarnación redentora del Hijo y consignada a ser alianza eterna entre Dios y el hombre
Es así que en la vida y ministerio de Jesucristo, el reino de Dios no sólo está cerca, sino que además ya está vigente en el mundo, obra en la historia del hombre, el Verbo de Dios encarnado lo expresa de la siguiente forma “El reino de Dios está entre vosotros” (Lc. 17: 21), dando a entender que Él es el Reino de Dios manifestado y que también hay a su vez el reino eterno.
Nuestro Señor nos marca la diferencia de nivel y de calidad entre el tiempo de la preparación y el del cumplimiento, entre la antiguo y el nuevo pacto, cuando dice “En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él” (Mt. 11: 11). Cuando hace la comparación ente el Precursor y los demás miembros que integraran el magnifico reinado de Cristo, Concluyentemente, Juan contribuyó más que ningún otro, a los preparativos inmediatos de la llegada del Mesías. Es así que permanece de alguna manera en el principio del nuevo reino, que ingresó en el mundo con la presencia de Jesucristo y que comenzó a manifestar su ministerio mesiánico.
Es así que solamente por medio de Cristo los hombres llegan a ser hijos del reino, superior a aquel del que los judíos contemporáneos se pensaban herederos naturales.
Este nuevo reino tiene carácter particularmente espiritual, para entrar en él se necesita convertirse, creer en el Evangelio que Cristo nos dio, por pura gracia suya y liberarse así de las potencias del espíritu de las tinieblas, sujetándose al poder del Espíritu Santo de Dios, que Cristo manifiesta a través de su evangelio y sacrificio redentor, a su vez nos lo envía en su promesa como continuador de la guía de la iglesia, la verdad que se revela en las Escrituras para servir a los hombres.
También cuando Jesús manifiesta con estas palabras “Si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mt. 12, 28; y. Lc. 11: 20).
Este Reino que manifiesta Jesús mismo, que hallamos en los evangelios, también vemos la expresión como es la de reino de los cielos; forma estupenda que deja divisar el origen y el fin del Reino , que es nada mas y nada menos que el cielo . así como la misma unión hipostática , de aquel en el que el reino de Dios se expresa eficientemente , dada únicamente en la encarnación, muerte y resurrección de Cristo.
Por lo tanto Junto con el Padre, el Hijo, y también el Espíritu Santo, obran para la realización del Reino ya en este mundo, como Jesús mismo lo revela en Mt. 12: 28.
Es así que toda la antigua profecía dada en el Antiguo Pacto, se realiza en la revelación y persona de Cristo. Esta pista de luz profética y mesiánica que con mayor comprensión la vemos en la oración del Padre nuestro, especialmente en Mt. 6:10 “Venga tu reino”; Es el reino del Padre, que ha ingresado en el mundo con Cristo; es el reino mesiánico que por acción del Espíritu Santo se desenvuelve en el hombre y en el mundo, para volver al seno del Padre, en la gloria del Reino de los Cielos.
Rev. José Luis Podestá

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