lunes, 12 de julio de 2010

Muchos ruidos y pocas nueces


Es indudable que nos encontramos ante una serie de informaciones, manifestaciones, y opiniones sobre "el matrimonio" de personas del mismo sexo. Situación que causa sorpresa en muchos sectores de la sociedad y estos miran perplejos el debate que en diferentes tonos, opiniones, que se está desarrollando en la sociedad argentina.

Una gran cantidad de cristianos, iglesias y alguna denominación particular, organizan diferentes actos para mostrar su rechazo ante la posibilidad de que se transforme en ley el matrimonio entre personas del mismo sexo. Si bien en las Escrituras es clara la oposición, también es bueno rescatar que esta ley se sujeta principalmente al ámbito civil, pues cada iglesia tiene la facultad de permitir o rechazar, según su fidelidad a la palabra de Dios, que se realice bendiciones de matrimonios del mismo sexo.

Es claro que la palabra de Dios rechaza la unión entre personas del mismo sexo,como podemos ver en las cartas de San Pablo cuando se expresa en diferentes términos sobre esa situación particular. Pero tampoco debemos caer en un contexto que nos conlleve a discriminar a seres humanos por su condición sexual y no integrarlos a una pastoral sería que permita que ellos vayan descubriendo la luz de la verdad bíblica, ser tolerantes no significa que debamos aceptar cualquier circunstancia, acción, que sea contra las normas de la fe bíblica.

Es loable las manifestaciones que se realizan en pro de la familia y su salvaguarda como núcleo de la sociedad y también como iglesia doméstica, pero creo que se está dando demasiada importancia a un acto que está en el ámbito civil y no eclesial, que como cristianos protestantes marcamos siempre que iglesia y estado deben estar diferenciados. Eso no quita que podamos dar libremente nuestra opinión ante algún acto que nos parece que no es acorde a nuestra verdad, este problema sería algo muy menor si como iglesias nos dedicáramos más a evangelizar, llevar la palabra de Dios, y formar cristianos verdaderos, comprometidos con nuestras iglesias, que tengan espíritu misionero y puedan ser sal y luz en una sociedad que vive en tinieblas, por eso la preocupación de muchas iglesias es válida pero también si nos preocupáramos más de nuestros objetivos de formar cristianos con " cerebro" y no cristianos infantiles con poca substancia espiritual, criados como meros receptores de milagros, prosperidades absurdas, obediencia ciega, falta de análisis crítico, tibios, que no producen nada sino que calientan los bancos de las iglesias y tranquilizando así su conciencia domingo tras domingo dejando su ofrenda para luego dormir tranquilos y decir en su interior e cumplido con Dios porque fui a la iglesia y me siento confortado con mi ego.

Por lo tanto, creo sinceramente, que lo primero que tendríamos hacer los cristianos es una evangelización sería y eficaz en nuestras comunidades y a su vez una fuerte evangelización en la sociedad, entonces no tendríamos que estar preocupados por leyes civiles que verdaderamente afectan a una sociedad, pero si hiciéramos las cosas bien según la palabra de Dios, no tendríamos que estar inquietos de que estas conductas "de casamientos de personas del mismo sexo" afecten fuertemente una sociedad si esta estuviera realmente evangelizada. Sinceramente creo que el principal problema no son los seres humanos con la tendencia sexual diferente, sino la falta de compromiso, de acción, de estudio, de preocupación, de seriedad de parte de nuestras comunidades para ser verdaderos misioneros de Cristo resucitado. Si hiciéramos las cosas bien, no estaríamos tan afligidos de que esto pueda provocar un duro golpe a las familias argentinas.

Con esto no estoy haciendo la apología del matrimonio de personas del mismo sexo, todo lo contrario, sino en tratar de abrir los ojos a los cristianos que van de marcha tras marcha en defensa de la familia, cosa que incentivo y apoyo de todo corazón, pero creo que el tiempo y los recursos debiéramos aprovecharlos para una sería programación de una misión nacional, local, que nos permita cristianizar esta sociedad y así no estar pendiente de leyes ni proyectos de leyes que pueden conmover los cimientos de la nación, ya que personas bien formadas en los valores cristianos y con una capacidad crítica de la sociedad según los valores bíblicos no tendría por qué sentirse amenazada ante leyes que intentan, en algunos casos, de subvertir los valores de familia según la visión bíblica. Seguramente alguien que lea fuera de contexto esta nota podrá creer que respaldamos el matrimonio gay, cosa que no pretende estas líneas, sino en poner la verdadera preocupación que debemos tener los cristianos que es nada más y nada menos que extender la palabra de Dios en nuestro territorio, sin preocuparnos demasiado por el ámbito civil.

Rev. José Luis Podestá

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