lunes, 26 de mayo de 2008

Los salmos como fuente de diálogo con el Creador.


La oración es potencialmente la expresión más elegida del encuentro y el coloquio asiduo entre el hombre y Dios. A través de este hablar en intimidad con el Ser Supremo, el hombre logra dirigir sus experiencias y emociones mediante un ruego confiado a su Dios, en donde manifiesta muchas veces el arrepentimiento o agradecimiento por algún hecho concreto y sobre todo en el culto público; la alabanza bajo un aspecto de adoración en donde Dios y el hombre se unen en intimidad en una eterna acción de gracias por parte del cristiano que fue predestinado a estar con su Señor; es una autentica profesión de fe. Cuando los sentimientos y las expresiones publicas se motivan en un lenguaje que llega a adoptar notables expresiones y muchas veces con características poéticas en más de una oración y en especial cuando se transforma en letra para un tema del canto, en la comunidad de creyentes.

Así sucedió con los salmos bíblicos, es un diálogo eterno entre el ser humano y su Dios, podemos decir, que los salmos se dirigen al Todopoderoso, pero además hablan de este Dios y de sus atributos y de las intervenciones en la historia de la creación, es la manifestación plena del sentimiento del hombre en el caminar en esta tierra, en donde debate en cada paso la presencia o de la ausencia de Dios en su vida y de la constante relación con el Creador de todo lo invisible y lo visible.

No podemos dudar que en los salmos se ensalza a Dios por lo que es, por su grandeza, por los prodigios que ha hecho y hace en la naturaleza y en la historia del hombre por su lealtad, fidelidad, por su perdón, justicia, de otorgar sus favores a los hombres reflejado de modo específico en la historia del pueblo de Israel a lo largo del tiempo, constituyéndose así en la experiencia religiosa de un pueblo a través de los siglos, por añadidura experiencia que el pueblo cristiano es participe desde la venida del Verbo Encarnado.

Podemos observar a través de cada uno de los salmos, como a Dios se le habla de tú a tú, una franqueza y amistad poco visto en otras religiones, el mismo Jesús nos dijo como debíamos orar, el Padre nuestro, allí deja de ser un Dios escondidos para ser un Padre, con todo ese amor y comprensión que un buen padre desea para sus hijos, así “rompe el molde” del acercamiento con la Divinidad.

Esta cercanía con Dios lo vemos en el mismo Cristo, en su revelación en plenitud. Nuestro Señor, Jesús, bebió de la inmensurable espiritualidad de los salmos y los utilizó en su plegaria y así también los primeros cristianos, se valieron de ellos para deducir el misterio del Dios hecho hombre y para explicarlo en sus enseñazas. Pues como ellos, nosotros hoy, debemos reincorporar a nuestras oraciones y enseñazas los salmos de nuestra Biblia, somos testigos privilegiados por nuestra fe en el resucitado y de los misterios de Dios revelados en cada versículo de las Escrituras.


Que nuestras iglesias logren recuperar una adecuada lectura del salterio y también en nuestra intimidad del hogar o donde nos encontremos poder disfrutar del diálogo íntimo con el Creador.


Rev. José Luis Podestá

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