jueves, 11 de diciembre de 2008

Repensar la natividad


En ésta conmemoración del nacimiento de Jesús, en carne humana, nos trae el grandioso recuerdo de que también nosotros somos hijos de Dios, algo tan misterioso como tan sublime, un gran don, un gran regalo impagable.
El poder pronunciar simplemente Abba, Padre, tan simple y tan inmensurable es esta palabra para nosotros, para el destino final. Pero no menos increíble es la encarnación y nacimiento del Hijo de Dios, que vino para nuestra salvación, para una redención segura a nuestra naturaleza pecadora, caída, por la desobediencia de los primeros padres. Adán y Eva.
Dios hecho hombre, no quiso venir con grandes señales rimbombantes manifestaciones, fiestas alocadas y comilonas casi desfallecientes, si no que simplemente vino en la naturaleza y fragilidad de un niño, un bebe sometido a duras condiciones, como preludiando el destino terrenal que terminaría en la cruz para nuestra salvación, un sufrimiento y agonía que el hombre hubiera merecido, pero el opto cargar ese suplicio.
No vino en una familia real, si bien era Él rey del universo, no en la opulencia si no en la pobreza, siendo el dueño de todo lo existente en el orbe, el vino siendo pobre, para manifestar la gracia de Dios, que solo los humildes de corazón pueden comprender lo valioso de las cosas cuando no se tienen, en este caso el no tener el perdón o la salvación que solo Dios lo otorgaría por medio de Cristo.
No nació en palacio ni en una casa de clase media, si no, en una gruta rodeado de animales, y carencias, además de las limitaciones propias de la época.
Así el más rico del mundo, nació y murió en la pobreza, vio la luz terrenal en una gruta y cerro sus ojos en una cruz colgando desnudo a las voces vituperantes de lo que allí gozaban el espectáculo.
En esta navidad recordamos a ese niño que se hizo hombre y por su sangre nos redimió, es necesario pues, valorar el misterio inescrutable de la natividad de nuestro Señor Jesús, que se ofreció como pan para ser molido por la humanidad para así ser nuestro alimento perpetuo, ese cuerpo que se partió en la cruz por nosotros, hoy es partido espiritualmente en nuestra santa cena, el pan simbolizando su cuerpo y el vino su sangre, también somos consiente que gracias al nacimiento pobre en un pesebre, rodeado del esplendor de la humildad, logro para nosotros la salvación eterna, es digno recordad que hoy en una sociedad sin Dios, donde los niños se masacran en el aborto, los ancianos son sometidos al olvido en geriátricos, los enfermos son olvidados en camas de hospital, que muchas veces no tienen ni los mínimos recursos para atenderlos, o los diferentes sistemas de abusos sociales que vemos día a día, hoy nos acercamos a una fecha que para los cristianos es importante, porque “un niño nos ha nacido” ese infante que nos lleva a la cruz día a día, pero sin cruz sabemos que no hay redención, a través de esa cruz debemos estar atentos ante los desafíos de la sociedad que nos perpetúan como comunidad de fe, como responsables de hacer brillar la luz que un día nación en Belén, ser como niños para actuar como hombres y mujeres de fe en sociedades desgarradas, porqué sin nacimiento no hay cruz, sin cruz no hay redención, por eso no será fácil cambiar mentalidades, señalar errores sociales, pastorales, etc., pero debemos poner los ojos en ese niño que fue visitado por pastores, los marginales de Israel, por magos de orientes llevándoles los tesoros dignos de un rey, entonces tenemos que tener muy en claro que somos servidores del Rey de Reyes, Señor de Señores, no ser irresponsables con el sufrimiento ajeno, con el abuso a nuestros prójimo y menos ser indoctos con la predicación de la Palabra de Dios.
Que en esta Navidad que se acerca, sea un nuevo alumbramiento en nuestros corazones, para que podamos llevar la reforma a todos los rincones de la tierra, que no falten recursos ni medios para logar el objetivo, vale la pena todo sacrificio por el Reino, por quien nos redimió de nuestros pecados y nos conduce a vida eterna.
Así poder con gozo exultante decir “Un niño nos ha nacido”.
Feliz natividad del Señor a todos.
Rev. José Luis Podestá

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