jueves, 11 de diciembre de 2008

El respeto por la vida.



En este comienzo del siglo XXI, parece que el respeto por la vida humana, se ha perdido, no es extraño ya escuchar que se promulgan leyes que permiten la eutanasia o el aborto, bajos ciertas razones que en realidad no lo son y quedan como excusas que no tienen sentido.
No es menos grave ver como en el campo de la medicina, muchos transforman la profesión del servir para sanar, en un negocio en vez de un servicio, hoy encontramos “profesionales de la medicina”, no todos, gracias a Dios es una minoría, pero existe, que no tienen escrúpulos y solo retumban con frases muy “trilladas” para justificar su impericia o la falta de interés por el enfermo, como la clásica “ esta viejo” “ y es hora que le suceda” , etc. Cuando es esto una forma de negligencia que atenta contra la vida y sobre todo contra el creador de la vida, que es el mismo Dios, cuando vemos esto no dejamos de cuestionario si realmente estas personas cumplen con su juramento hipocrático, o solo con un juramento de engordar en su negocio medico.
Es bueno recordar que ninguno de nosotros somos dueño de la vida, ni nadie tiene derechos a quitarla de ninguna forma, solo Dios es el señor de la existencia, Él nos creo y Él decide cuando llevarnos a su presencia, mientras tanto todos nosotros tenemos la obligación de defender la existencia de un ser, que es obra del Altísimo, no de nosotros.
En el ambiente hospitalario y en el trabajo pastoral, he podido observar muchas veces como algunos profesionales no se ocupan diligentemente por sus pacientes, si bien, más que como pacientes tendrían que verlos como su prójimo, como también observe médicos que dan su vida y sus horas más preciadas, restando tiempo a sus familias, sus estudios, su recreación, para estar al lado del enfermo y hacer lo imposible para lograr la curación, sin importar la edad, color, o credo del mismo.
Por eso es necesario que como cristianos reformados, luchemos contra las leyes que abren el negociado de la salud, transformando la vida humana en una moneda de intercambio y no en lo que es una criatura de Dios.
No podemos permitir que los centros de salud sean mercaderes de despojos humanos al son del ruido de los billetes, si no debemos con nuestra presencia, evangelizar a tiempo y destiempo, para que se entre en consciencia que las obras de salud se realicen en el prójimo, que es imagen de Dios, es imperioso como tal que todos los centros de salud cuenten con comité de bioética u órganos consultores sobre el tema de la vida, y para eso nosotros como ministros debemos estar atento para tender la mano cuando nos necesiten.
Así que no permitamos que se desarrolle el negocio de la salud a costa de la vida de los seres, y que la mejor ganancia sea la atención delicada de nuestros hermanos enfermos.

Roguemos a Dios que así sea y estar atento a esta lucha que es larga, y contra muchos intereses económicos, pero recordemos que luchamos para preservar la creación de Dios y sobre todo al ser humano, imagen del Dios viviente.

Rev. José Luis Podestá.

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