jueves, 6 de marzo de 2008

La familia como luz de la vida


Ante la escalada de abortos, y propuestas de diferentes grupos para que se legalice el genocidio del niño por nacer, la familia cristiana debe y tiene la obligación de dar testimonio de vida.
Esta obligación, tiene su más férrea razones emanadas de las mismas Santas Escrituras, ya que Dios es Dios de vida, y por lo tanto ese don que el Altísimo regla solo Él puede quitarla y no hombre alguno.
Esto nos mueve a ser dispensadores de la voluntad divina de la vida, por lo tanto debemos estar en el frente de lucha para evitar que seudos razonamientos se hagan leyes para justificar intereses más turbios, que bajo el disfraz de derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y vida, como se anuncia muchas veces.
No dejo de preguntar, ¿si el feto es de sexo femenino, también por ser mujer tiene derecho a decidir? ¿Si se la estuviera eliminando no se estaría cercenando el derecho de ella a elegir como pregonan muchas?, o sea que las mismas mujeres que dicen querer tener derechos a decidir sobre sus cuerpos estarían privando a otra del sexo femenino a que decida sobre su vida, más entonces esta argumentación de grupos pro abortos que esgrimen el mencionado lema termina siendo engañoso, porque no solo decide sobre ella si no sobre otra vida en posición de desventaja.
La misión de la familia cristiana hoy es dar a conocer la voluntad de Dios a las personas que intenta cometer tan aberrante hecho.
Para eso pueden organizarse en agrupaciones cristianas para asistir a la mujer que intenta cometer un aborto y lograr su arrepentimiento del hecho mediante un adecuado asesoramiento, tanto espiritual como profesional.
También el acompañar a las mujeres que abortaron para que en su mayoría puedan superar ese trauma que generalmente queda anclada en la psiquis de la abortante.
Deben formarse para enfrentar con clara convicción y argumento a los hacedores de la muerte del niño por nacer, para demostrar las confusiones y los intereses que manipula dicha campaña. Sobre todo a las mujeres que victima de estos personajes son manipuladas en su desesperación para que comentan el acto o se asocien en proyectos que conducen a la destrucción de feto.
La función de la familia es fundamental en todo un desarrollo de contención y promoción de los valores que estén firmemente fundados en la Biblia, la Palabra de Dios revelada, deben ser norma de vida de una sociedad, si quiere ésta alcanzar un sano bienestar espiritual y emocional.
La consecuencia de la difusión de técnicas de intervención sobre los procesos de procreación humana, métodos anticonceptivos de dudosa finalidad, técnicas para efectuar abortos, y sobre todo, los proyectos de leyes y movimientos pro aborto que se están impulsando. Nosotros los ministros de Dios y las familias debemos estar atentos para que en la sociedad ésta matanza de los inocentes del siglo XXI, no se convierta en plaga en nuestros países.

Hoy nos enfrentamos a gravísimos problemas éticos del respeto hacia el ser humano desde su misma concepción y a la dignidad como persona, de su sexualidad y de la transmisión de la vida.

La familia cristiana debe intervenir firmemente en la sociedad, siendo responsables de la formación de las conciencias y de la opinión pública; convocar a los hombres de ciencia, a los profesionales de la medicina, hombres de leyes y a los políticos, para que asuman un rol en defensa de la vida, don de Dios, y derecho inalienable del ser humano.

El rol familiar claro y preciso, es necesario hoy más que nunca para detener el azote del aborto que esta surcando nuestras naciones.

La Iglesia cristiana toda no puede estar ajena a esta situación y es su obligación participar activamente en el desarrollo de alternativas para las mujeres que se encuentran en estado desesperante por haber cometido aborto o en situaciones de cometerlos. Se debe desarrollar ese compromiso basado incondicionalmente en Dios que es Señor y dador de vida, no podemos estar al margen de una sociedad que mata a inocentes y seguir nosotros mirando para otro lado como si nuestra responsabilidad no fuera más que estar encerrados entre cuatro paredes en un templo.

Miremos pues a nuestro alrededor y escucharemos el clamor de los gritos silencios de los inocentes sacrificados diariamente por el aborto, ese grito inocente será nuestro gravamen por no hacer nada cuando pudimos ser sal y luz en una sociedad; que Dios nos de la fuerza para realizar eficientemente nuestra misión como Cristianos y trabajar por la vida y no en pro de la muerte.

Rev. José Luis Podestá

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