lunes, 28 de enero de 2008

¿Eres tu el que ha de venir o debemos esperar a otro?


El Señor concibe sus primeras manifestaciones y milagros como el Mesías que a de venir, así Juan manda a sus discípulos que le informe sobre las señales que oía de Jesús mientras estaba preso, casi esperando ya el destino fatídico, se interesa en confirmar si ese Jesús de que hablaba la gente era realmente el que debía venir, el Mesías.

Pero para muchos hombres de hoy la palabra Mesías suena un poco extraña e incluso me antevería a decir desconocida.

Pero no siempre fue así, en el transcurso de los siglos, Judíos y Cristianos han debatido, desde los orígenes del movimiento del hombre de Galilea hasta nuestros días, para indagar si el rabino Yeshúa de Nazareth daba cumplimiento o no a la expectativa mesiánica.

La discusión sobre esta figura, se tornó difícil cuanto que, no había una sola concepción del término o figura de lo que era Mesías, sino varias representaciones e incluso formas de esperar la manifestación mesiánica.

Una cosa indiscutible que para el hombre del siglo XXI al menos que pertenezca a la comunidad judía, la noción propia de Mesías, y de mesianismo apenas tiene significado. Los hombres del siglo XXI, en su inmensa mayoría occidentales, ignoran casi lo que estos términos significan, si es que no están por gracia de Dios involucrados en el trabajo de la viña del Señor, en comunidades cristianas de una forma comprometida.

De aquí que cuando se pronuncian las palabras Jesucristo, se admite tal cual el nombre propio, pero sin penetrar su significado, sin embargo, para los oídos palestinos del primer siglo, el término Cristo, es una palabra cuyo significado está herméticamente cerrado para la enorme mayoría de nuestros contemporáneos.

Este término "Cristo" es la trascripción del palabra griega Khristos, que significa "ungido", aquel que ha recibido la unción santa, Khristos procede del verbo Khrio que es "ungir".
El griego Khristos es la traducción del hebreo mashiah, trascrito en griego como Mesías. Mashiah se deriva del verbo hebreo mashah que significa "ungir".

El mashiah es aquel que ha recibido la unción hecha con aceite, los sacerdotes eran "ungidos" (Lev.4, 3.5.16; 6,15). El primer libro de Samuel nos refiere la unción de Saúl y de David, ulteriormente por el Profeta Samuel (1 Sam. 10: "Entonces sacó Samuel una redomita de óleo y derramó sobre la cabeza de Saúl y besóle, diciendo: ¿No es Jehová quien te ha ungido para príncipe de su pueblo? Tú regirás al pueblo de Jehová y lo liberarás de las manos de sus enemigos que lo rodean... "Así que Saúl volvió las espaldas, y se separó de Samuel, múdele a Dios el corazón en otro... Arrebatado de espíritu del Señor se puso a profetizar...")...Se indica por este y otros textos del antigua testamente que la unción ejercida por Samuel en nombre de Dios es un verdadero sacramento: sacramento de consagración real, que provoca la comunicación del espíritu de Dios; sacramento del profetismo.

Se llama "mesianismo" la esperanza, en Israel, de un rey "ungido" que ocupará el trono de David (Is. 11, 1);
"Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces”.

La relación en que Jesús se hallaba con el “nuevo Israel” fue precisada en la Iglesia primitiva mediante el titulo tradicional de "Mesías", el "ungido", que se le imputaba. Para los de habla griega se traducía literalmente como Khristos, esto es Cristo, pero por lo regular no era entendido así, sino que pronto fue tomado sencillamente como un nombre propio. Sin embargo, en los Evangelios tiene plena sustancia el término algo así como en su sentido original, y convendría guardar la voz hebraica como término que recuerde que "Cristo" o "Mesías" no es un nombre propio personal ni tampoco un vocablo teológico, sino indicador de una función histórica que propició en el hijo de Dios encarnado, la salvación de los hombres, de los elegidos de Dios. Juan en la conclusión de su Evangelio, dice que éstas se han escrito para que creáis de que "Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios…" (Jn.20, 31).
Pero Mateo en este relato de la consulta que Juan el bautista manda a sus discípulos que le hagan a Jesús maraca sutilmente la figura mesiánica salvadora de Jesús, cuando el Salvador relata el cumplimiento de los hechos que realizó, para que los discípulos informen de las cosas que vieron a su emisario.


Por lo tanto las dos figuras perfectas del Mesías y de siervo de Dios en la persona histórica de Jesús están encarnadas dramáticamente, en consecuencia, la manifestación de un Mesías, que se manifiesta como el enviado de Dios y salvador era y es estremecedor, imaginemos la reacción del bautista cuando sus discípulos le contaron los hechos, debió ser de gran gozo pero a su vez de gran consternación, porque se había acercado el mismo Dios viviente, en forma de hombre, para ser mas preciso la segunda persona de la Trinidad.

Así pues es bueno que recuperemos el sentido y el conocimiento de los que significa Jesucristo, para la historia y lo que significa para nuestra salvación, así como Juan mandó a sus discípulos a preguntar ¿eres tu el que ha de venir …? Así también preguntémonos nosotros si sabemos realmente quine nos redimió y si es Él el que ha de venir en nuestros corazones, ¿Como los descubriremos? Pues con la lectura asidua de la Palabra de Dios revelada, dejándonos interpelar en cada versículo, para encontrar ese gran gozo del Mesías, que vino y viene.

Rev. José Luis Podestá

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